Una adaptación fallida
por Rodolfo SánchezEl director norteamericano Robert Benton no se caracterizó nunca por ser un cineasta muy personal, aunque sí lo suficientemente capacitado para entregar obras irregulares y modestas pero bien envueltas y presentadas. Sus películas de los ochenta son buena muestra de lo anterior. En 1990 afrontó el que ha sido quizá su mayor reto: adaptar la excelente novela de E.L. Doctorow, Billy Bathgate, una narración sobre la mafia que, en realidad, se adentra en los mecanismos del poder enfrentando a dos generaciones con una mirada a cómo el aprendiz al final se puede imponer a su maestro mediante una relación paterno filial muy sugerente. Benton logra su mejor obra quizá porque el material de partida es extraordinario, máxime cuando el guionista es Tom Stoppard, aunque falla en la elección de la puesta en escena: aburrida, convencional, sin demasiada imaginación, tan solo ayudada por las excelencias de Néstor Almendros como director de fotografía y unos actores solventes que dan credibilidad a sus papales, exceptuando al joven Loren Dean, totalmente absorbido por Dustin Hoffman y Nicole Kidman (y el resto de secundarios). Lo malo es que es simplemente entretenida, mientras que la novela de Doctorw es tan entretenida como incisiva en sus planteamientos. Donde uno es capaz mediante la narración de hablarlos de diferentes temas, el otro, Benton, cae en la simpleza.
A favor: Los actores y el trabajo de Almendros.
En contra: El trabajo visual de Benton es aburrido.