“Mystic River” es un grandioso film dirigido por el gran Clint Eastwood. La película abre con una amarga secuencia inicial, donde la infancia y la inocencia quedan destruidas por siempre a manos de despreciables abusadores de menores, ataviados paradójicamente de objetos religiosos en una nueva mirada crítica del director hacia la hipocresía y el cinismo de la Iglesia. No es el único momento en que la cinta hace referencia a la religión, como falsa fachada de algunos de los personajes más deplorables.
Versa sobre la amistad, la importancia del pasado, el dolor, la culpabilidad, la búsqueda de venganza, la responsabilidad, la familia. Un amplio compendio de temas que son tratados y explorados a través de una entretenida y emocionante investigación criminal. Es una trama muy bien llevada con momentos realmente dramáticos que ponen de manifiesto el lado más primitivo en situaciones extremas. Es una cinta con un componente sentimental agradable. La historia de Dave, no deja cuanto menos que conmovernos desde la desgracia de una situación como esa.
Un día estás jugando inocentemente en la puerta de tu casa, eres demasiado joven aún para ser muy consciente de que las calles no son seguras en ninguna parte. Ni siquiera la tuya. Uno se marchó en aquel coche, los otros dos se quedaron fuera. Pero, en realidad, ¿quién se quedó fuera? El tiempo pasa, el barrio es el mismo, los niños han crecido y han ido haciendo sus elecciones y tomando sus decisiones. Son los mismos, pero con la carga de más años, con todo lo que los años conllevan. Responsabilidades, familia, hijos, amor, esperanza, dolor. Uno se quedó para siempre en aquel coche, los otros dos siempre lo contemplarían de marcharse y perderse en una amenaza a la que ellos también, de alguna forma, estaban condenados.
El final de la cinta es odioso. Es un final que creo que no debería realizarase al azar. Una obra maestra necesita un final que sea recordado siempre. Y eso Easwood lo sabe. Por eso abusa de los recursos visuales para introducir una atmósfera fría, bañada con luz invernal, casi de estaño, que coge al espectador y le lleva por la calle de la amargura con la violencia y dureza psicológica de esta película.
Las actuaciones están protagonizadas por un elenco que no requiere presentaciones: Sean Penn (Jimmy), Timm Robbins (Dave) y Kevin Bacon (Sean) están sublimes, le dieron a la cinta las actuaciones que merecía una trama como la contada en ella. Cuando el dolor, la tristeza y la venganza, están por encima de la amistad. Cuando un padre pasa por lo vivido por Jimmy, no queda más que plantearse, que harías en su lugar.
En definitiva, es una muestra de la reflexión sobre la amistad revestida de thriller que es esta gran cinta. El pasado vuelve, nunca se marcha y regresa para demostrar que no perdona. Es muy astuto y ha ido dejando unas huellas que no se han borrado y que siguen salpicando a través de las décadas. Y alguien pagará por ello. Todos pagarán por ello. Obra maestra.