Crítica de SensaCine.com para Nadja: La hija de Drácula

La presencia de Elina Löwenstein y Martin Donovan, una banda sonora que recurre a temas de Portishead y My Bloody Valentine y la localización en el Nueva York contemporáneo podrían llevar a pensar que 'Nadja' es una aproximación al cine de vampiros firmada por Hal Hartley. Y es cierto que desprende cierto aire de cine independiente de los noventa esta película de Michael Almereyda que además viene apadrinada por David Lynch (quien se reserva un breve cameo como guardián de la morgue).

Sin embargo 'Nadja' va un paso más allá en cuestiones de experimentación estética, lo que puede ahuyentar a los fans más ortodoxos del género: por ejemplo en la combinación de la película de 35 mm con la pixelvision, utilizada sobre todo en los momentos que se resalta que los protagonistas se encuentran bajo la influencia de la vampira del título. Aquí es cuando la película se acerca por momentos al 'Vampir-Cuadecuc' de Pere Portabella, mientras que en otros recuerda la evocación del cine primitivo propia de Guy Maddin.

A favor: el atractivo misterioso de Löwenstein como Nadja.

En contra: la rigidez de algunos diálogos, cuando la película parece tomarse demasiado en serio a ella misma.