Esta es la primera película norteamericana rodada en Japón tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Según Samuel Fuller, Gary Cooper era, en un principio, el encargado de interpretar a Eddie Spanier, pero dado que era muy conocido en Japón, no podía pasar de incógnito entre la gente, por lo que el papel recayó en las manos de Robert Stack, un actor menos popular en aquel momento.