Carretera y manta
por Diana AlbizuEra difícil encontrar el tono adecuado para contar una historia de amor protagonizada por una chica con síndrome de Tourette, pero el director Bob Gosse lo encontró en 'Niagara, Niagara'. ¿Por qué no insertar al personaje "delicado" en una trama juvenil de romance y carretera? Así, siguiendo el reconocible esquema de clásicos como 'Los amantes de la noche' (Nicholas Ray, 1948), Gosse y el guionista Matthew Weiss construyen un relato en constante huída hacia delante no exento de momentos turbios, violencia, humor y romance.
La joven Robin Tunney es quien brilla y toma las riendas de la película con su trabajada interpretación. Aunque el síndrome de Tourette suponga un reto complicado si no se quiere caer en las redes de la sobreactuación, ella combina con naturalidad momentos de suti contención con otros más desatados, llegando a hacer creíble la aventura a lo Bonnie y Clyde que vive junto a Henry Thomas de camino a Canadá. Tunney ganó la Copa Volpi del Festival de Venecia por su actuación, pero es una lástima que no haya llegado a sacarle partido durante el resto de su discreta carrera.
A favor: Robin Tunney y el impulso juvenil de tirar hacia delante sin mirar atrás.
En contra: Ciertos momentos de sentimentalismo con fondo musical, sobe todo al final.