Un clásico del sentimentalismo
por Violeta KovacsicsEra el 2001. 'El hijo de la novia' caló tan hondo en la cartelera que parecía que el cine argentino no hubiese existido antes. Su mezcla entre dramón y sentido del humor descafeinado resultó infalible. Para colmo, la película contaba con un trío interpretativo de altura: con dos veteranos como Héctor Alterio y Norma Aleandro y el entonces emergente Ricardo Darín, que había asomado la cabeza con 'Nueva reinas', otra película perfectamente diseñada pero con mayor picardía.
Con un guión que maneja a la perfección los picos y las pausas, 'El hijo de la novia' explota el terreno de las emociones. Amor, dolor y trabajo: todo servido para el drama sensiblero, que tan sólo ahonda en la imagen cuando quiere acentuar una sensación –la cámara que se acerca al protagonista sentado frente a la ventana de un bloque de pisos alto–. Con 'El hijo de la novia' se daba por inaugurado el efecto Campanella, cineasta de sonrisas y lágrimas.
A favor: Sus actores.
En contra: Que estos actores se manejen en un terreno falto de sustancia.