"Rocky II" es una inspiradora y destacable secuela del clásico “Rocky” de John G. Avildsen, que continúa con la historia del más importante boxeador de la historia del cine. Tras el enorme éxito de crítica y taquilla de la precuela, los productores Robert Chartoff e Irwin Winkler se embarcaron rápidamente en una secuela de la épica historia del boxeador de barrio que casi le arrebata el título de Pesos Pesados al campeón invicto, solicitando a Sylvester Stallone que escribiera el nuevo guión, quien ya tenía por supuesto el protagónico reservado, y a John G. Avildsen que encabezara nuevamente el proyecto. Sin embargo, Avildsen rechazaría la oferta, encontrando Stallone la oportunidad de proponerse como director, propuesta que los ejecutivos de la United Artists declinaron en primera instancia debido a su falta de experiencia dirigiendo películas. No obstante, encontraría en Chartoff y Winkler los perfectos aliados para hacer cambiar de opinión a sus detractores, recordándoles que gran parte del éxito de "Rocky" se debió al esforzado trabajo de Stallone. Una de las cuestiones que resultó realmente efectiva en el guión fue la decisión de Sylvester Stallone de tomar como base el mismo guión de la precuela y proyectar la dramática historia de sacrificio y lucha contra la adversidad del púgil de barrio en el presente y futuro inmediato.
Y con ello no me refiero solamente a la acertada secuencia inicial que resume el espectador combate de 15 asaltos entre Apollo y Rocky que sirve de excelente carta de presentación, sino también al nuevo desarrollo narrativo de la nueva situación económica y emocional del potro Italiano que busca encontrar su camino luego de haber rozado de gloria y asumir que el combate le había dejado con serias secuelas físicas en su visión. Stallone profundiza, entonces, en la psique del púgil contrariando la posibilidad de comprar una bella casa y un lujoso coche con una falsa sensación de seguridad y estatus social que parece haberle dado su “honrosa derrota” ante Creed. La realidad terminará por ser demasiado brutal para Rocky que se dará cuenta que mientras no encuentre la realización en lo que realmente le apasiona y para lo cual nació, no encontrará su destino. Toda esta premisa supone en sí la gran pelea que Rocky Balboa deberá ganar. Es cierto que conforme avance la trama va asomando la inminente y esperable posibilidad de una revancha con Apollo Creed, pero el guión abordará más bien las cuestiones emocionales y existencialistas por las que atraviesa Rocky y que son, en la práctica, la montaña que deberá subir. Las secuencias que muestran repentinamente al famoso púgil ítaloamericano filmando avisos comerciales, pero siendo tratado como un producto comercial, y el rotundo fracaso de encontrar un trabajo más digno que no sea el de boxeador de barrio.
Todo ello, dan cuenta precisamente de esta crisis existencialista sobre la identidad del individuo, además de trabajar una evidente crítica social al superficial mundo de la publicidad que rodea a todos los deportistas. Lo anterior, por supuesto, está relacionado con el espíritu primigenio de “Rocky”, que es el de sudar sangre para superar la adversidad y alcanzar los objetivos. La cinta tiene indudablemente gran parte de ese espíritu, sin embargo, también es cierto que debió luchar bastante con lo que significó "Rocky" para no perder esa esencia dramática. Contra todo pronóstico, Stallone se las arreglará para encontrar los hilos del tejido narrativo de la precuela que presentaba un personaje sin nada que perder y mucho que ganar y que había encontrado como premio no el título sino una nueva vida, pero en este film abordará un personaje bastante más complejo y en donde se hace necesario que asuma nuevos retos y desafíos, y en gran medida ello se posibilita porque ya no es el mismo, y no es el mismo porque tiene el pilar emocional que no tenía antes de enfrentarse a Apollo en la primera pelea. La llegada de su primer hijo y el establecimiento de la estabilidad emocional le permitirán replantearse y fijarse un nuevo objetivo, el Campeonato de los Pesos Pesados.
Las actuaciones son correctas, veremos la evolución de los personajes secundarios, en donde destaca Adrianna Balboa. La ahora esposa de Rocky se convertirá definitivamente en su principal pilar emocional a partir de este momento, dejando atrás la imagen de chica tímida y apocada. De hecho, también asomará su fuerte carácter y entereza, situación que ni siquiera Paulie, su borracho y abusivo hermano, esperaba. En cierta medida, Paulie terminará por respetar a su hermana a pesar de que insista en intervenir en su vida personal y matrimonial. Otro personaje que muestra una evolución es Mickey, que asume concretamente el rol de mentor de Rocky, convirtiéndose en uno de los personajes más entrañables y emblemáticos de la saga. Siendo el principal impulsor del regreso de Rocky al cuadrilátero, quien más cree en sus habilidades y espíritu de superación y, por tanto, se convertirá en una fuerte figura paternal para Rocky. De esta forma, Stallone, consciente de que estaba terminando de consolidar al personaje de su vida, comenzará a construir un propio universo narrativo y personajes que se convertirían en emblemáticos del cine dramático y deportivo. Para ello acierta en reincidir en los personajes anclas, repitiendo el reparto principal y secundario que tan excelentes resultados le había dado. Talia Shire como Adrianna Balboa, Carl Weathers como Apollo Creed, Burt Young como Paulie Pennino, Burgess Meredith como Mickey y Tony Burton como Tony “Duke” Evers, entrenador de Apollo.
En definitiva, una destacable y entrañable secuela que complementaría perfectamente el inspirador film de 1976, ganándose merecidamente sus propios bonos y convirtiéndose, en la mejor secuela de “Rocky” (1976-2006). Estamos ante una historia humana, de dramas y pasiones, de esperanzas y sueños. Una película conmovedora, dramática hasta el límite y excepcional para todos los amantes del boxeo.