Otra secuela sin sentido
por Rodolfo SánchezEmile Ardolino, tras su paso por la televisión, disfrutó de uno de los grandes éxitos de los ochenta cuando se hizo cargo de la dirección de Dirty Dancing, si bien esta podría haber sido dirigida por cualquiera, nada de su estilo resultó novedoso o llamativo.
Pero Ardolino vio su carrera abierta, quizá casi sin haberlo previsto. Sus siguientes películas, en cualquier caso, demostraron su incapacidad para la dirección a pesar de que su siguiente obra, El cielo se equivocó, que está totalmente envejecida, era al menos llevadera. No así sus siguientes películas, como Tres hombres y una pequeña dama, secuela de un remake exitoso en busca de seguir explotando la fórmula a base de situaciones pretendidamente cómicas que esconden en realidad un intento de conseguir que sus tres actores protagonistas sean quienes den a la narración personalidad, lográndolo a duras penas y convirtiendo una idea previa –la francesa- más o menos interesante en una sucesión de gags al servicio de una leve trama sin solidez alguna (o ninguna). Posee lo peor de la comedia ligera de los ochenta y lo peor de la comedia ligera de los noventa que bebía de aquella de manera directa. En fin, no vale la pena.
A favor: Los actores, que aunque ninguno hace nada extraordinario, al menos se lo toman en serio.
En contra: Que no se entienden los motivos de esta secuela totalmente innecesaria.