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Publicada el 9 de marzo de 2025
Los años 80 fue una época ideal para que algunos clásicos de la ciencia ficción de los años 50 tuvieran decentes actualizaciones. The Fly y The Thing fueron los casos más sonados al reimaginar sus versiones clásicas con elementos de horror corporal. The Blob tuvo la misma suerte justo cuando la película original cumplía los 30 años. Ya más de 10 años después de que lanzaran la secuela que tuvo poca aceptación, The Blob regreso con una visión mucho más espontánea de parte de Chuck Russell y Frank Darabont.

Lo curioso de esta saga es que cada película ha adaptado el concepto de The Blob según la década en que fue realizada. La primera película se ambientaba en los años 50, la segunda se hizo de acuerdo al ambiente cinematográfico de los 70 y esta tercera película se hizo de acuerdo al popular cine de los 80. Esta última década le ha favorecido bastante debido a que era una época donde el horror, la ciencia ficción y la fantasía brillaban por el uso de efectos prácticos que llevaron el cine a un siguiente nivel. La película original no contaba con la tecnología avanzada y el organismo se limitó a parecerse una gelatina viviente. Aquí pudieron mejorar bastante al organismo, haciéndolo ver mucho más orgánico y amenazador. Aquí este ser está dotado de un instinto predatorio que lo hace actuar con más agilidad como si estuviera consciente. Más allá de remplazar el tono rojizo por un tono más rosado, el organismo es incluso capaz de formar tentáculos para capturar a sus presas y se nota que tomaron bastante de The Thing. Se puede apreciar más como este organismo absorbe y digiere a sus víctimas de formas desagradables. Los efectos especiales ayudaron bastante a exprimir el potencial que este ser tenía desde su aparición en la película original. Hay momentos que dan a entender que este organismo posee enzimas similares al ácido sulfúrico y eso hace que ingiera a sus presas con mucha facilidad. Lo cierto es que supieron brindar una aceptable actualización del organismo.

El resto de la película no deja de seguir el mismo esquema de las películas anteriores y lo único que cambia es el ambiente y los personajes. Aquí la pareja protagonista es Brian y Meg que están forjados de acuerdo al arquetipo juvenil del cine ochentero. Brian es el más interesante porque se trata de un chico rebelde que ha tenido una vida difícil y siente que no encaja en el pueblo. Brian es quien se volverá en el héroe de la historia cuando el organismo desata el caos y su preocupación por Meg le da un buen matiz para que sea un personaje con un arco de redención convincente. Un chico rebelde que irá pasando de ser un marginado a ser un héroe. Los demás personajes de la película cumplen bien sus roles en gran parte hasta que algunos van siendo dejados de lado. Existen personajes de fondo como el hermano de Eddie que no dan mucho aporte, pero un poco más de presencia hubiera de hecho que no fueran desechados tan rápido. El sheriff Geller también necesitaba más participación antes de caer presa del organismo porque es algo que ocurre muy de pronto y fuera de pantalla. El reverendo Meeker no ha tenido mucha importancia hasta los últimos momentos de la película y este es un personaje que podría haber aportado algo interesante desde el inicio por medio de sus sermones. La perspectiva del reverendo hacia el organismo como un castigo divino es algo que hubiese hecho la historia más intrigante desde el inicio.

La inclusión de una operación militar también fue un buen aporte y las historias de ciencia ficción suelen tener como reglamento optativo que alguien del gobierno intervenga antes una amenaza relacionada con lo científico. El único problema que tiene este elemento es que da un argumento que genera dudas con respeto a la escena de meteorito. Es bien sabido que este organismo es un ser alienígena, pero los agentes del gobierno dicen algo que podría dar a entender que este organismo es en realidad un arma biológica creada en La Guerra Fría y que ha estado cautiva en un satélite hasta llegar a La Tierra. Eso no tendría mucho sentido porque sería una contraargumentación hacia la llegada del organismo en el meteorito y siendo el caso así, el meteorito debería tener un aspecto metálico y no rocoso. El organismo podría haber escapado y haber llegado a La Tierra en una cubierta sólida al tratar de atravesar la atmosfera terrestre, pero no deja de generar dudas. De todos modos, esta versión de The Blob cumple los estándares de la época ochentera. Su idea de un joven rebelde desafiando las autoridades para poder salvar al pueblo ha sido interpretado como una metáfora a la juventud de la época, siendo más desafiante con las normas tradicionales y buscando un mejor sentido de la justicia. Eso tiene sentido, ya que los años 70 y 80 fue una época en que la sociedad estadunidense tuvo un cambio por medio de personas jóvenes y grupos que cuestionaron las normas establecidas por la autoridad conservadora. Además, el hecho de que el Dr. Meddows quiera al organismo para uso militar da bastante de que hablar sobre el poder militar en términos de ética.

La versión ochentera de The Blob es una buena película que muestra cómo el monstruo de esta saga ha ido evolucionando hasta convertirse en algo mucho más aterrador. Cada película de esta saga tiene su propia perspectiva de la historia y esta tercera entrega ha dado su propio toque sin pretender imitar el encanto de la película original. El organismo no ha dejado de trascender, ya que inspiro a personaje como BOB de Monsters Vs. Aliens y Blobby de Hotel Transylvania. Así que la saga de The Blob no deja de ser una interesante adición al cine de serie B y ciencia ficción y sus películas demuestran que no ha dejado de ser llamativa por más 30 años. Esta versión de The Blob tiene su mérito al igual que la película original y hace que valga la pena ser vista, aunque sea por sus ingeniosos efectos especiales. Mi calificación final para esta película es un 8/10.
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