"El Cabo Del Miedo" es un sólido y magnífico remake del clásico "Cape Fear" (1962) de J. Lee Thompson, a cargo del gran Martin Scorsese, protagonizado por Nick Nolte, Robert De Niro, Jessica Lange y Juliette Lewis. La cinta tiene ese aire a "Taxi Driver" (1976) aunque la trama no tenga nada que ver. Comparación casi inevitable teniendo en cuenta que ambas tienen un personaje con la misma obsesión enfermiza y que, además, ambas las protagoniza De Niro. Pero resulta una película brillante, donde queda muy clara, una vez más, la destreza de su director. Max Cady es un ex convicto condenado a 14 años de cárcel por agresión y violación sexual, que planea vengarse de su abogado, Sam Bowden, quien habría ocultado deliberadamente información a Cady para evitar que éste hubiese salido en libertad a los 4 años de iniciada su condena. A inicios de los 90s, Universal Pictures se interesaría en concretar dos grandes proyectos presentados por la productora de Steven Spielberg, Amblin Entertainment: una nueva adaptación de la novela "The Executioners" (1957) de John D. MacDonald llevada ya al cine en el thriller clásico "Cape Fear" (1962) de J. Lee Thompson y la primera adaptación de la novela "Schindler’s Ark" (1982) de Thomas Keneally. Inicialmente, estaba contemplado que Martin Scorsese dirigiera "The Schindler’s List" (1993) y Spielberg "Cape Fear" (1991), sin embargo, finalmente, Scorsese sugeriría un cambio de proyectos a su amigo Spielberg, para que éste se abocará en concretar un proyecto tan personal, considerando su origen judío, como el de "The Schindler’s List" (1993), que le terminaría dando su primer Oscar al mejor director.
Por su parte, Scorsese venía de filmar la icónica y legendaria "Goodfellas" (1990), una de las máximas referencias cinematográficas de los últimos años sobre la mafia, con Ray Liotta y los gigantes Robert DeNiro y Joe Pesci, por lo que la oportunidad de hacerse cargo de la nueva revisión de "Cape Fear" (1962) lo seducía enormemente, sobre todo si Spielberg le asegurara libertad de acción para actualizarlo a la década actual. De esta forma, Scorsese no tendría la sombra de la censura amenazándole como lo fue con J. Lee Thompson en los 60s, por lo que podía explorar sin límites los alcances morbosos y sociales de la venganza del delincuente sexual. No cabe duda alguna que Scorsese se fija como primer punto de partida para esta nueva versión de la novela de McDonald, la maximación del concepto suspenso y tensión máxima. Ya sea que haya pasado suficiente tiempo para que Scorsese pueda advertir las virtudes de dos films notables y referenciales del suspenso como "The Night Of The Hunter" (1955) de Charles Laughton y "Psicosis" (1960) de Alfred Hitchcock, por sobre la inmediatez de J. Lee Thompson y su visión contemporánea a estos clásicos, o de plano Scorsese haya demostrado mayor habilidad para leer de estos, "Cape Fear" (1991) se ve notablemente potenciada por la visión hiperbolizada del director sobre lo que es crear una pesadillesca y malsana ambientación de persecución y acoso. Y es que si bien Thompson crea una efectiva sensación de desasosiego y suspenso en in crescendo en el film de 1962, Scorsese lo hace desde un comienzo y no da respiro a la trama ni tampoco al espectador, aunque tendrá uno que otro problema de ritmo durante el metraje.
Y el segundo gran pilar del film de Scorsese, aparte de todos los otros elementos que iremos analizando, es la hiperbolizada sexualidad que depura el film, y que se palpará en la naturaleza de los hechos, en su narrativa, en el ritmo y en sus personajes. Y para ello, Wesley Strick, irregular guionista que puede crear un gran guión como éste pero también una bazofia como "Wolf" (1994) de Mike Nichols, no escatimará en recrear y reconcebir la mayor cantidad de referencias sexuales que pueda, de tal forma de sobrecargar la trama y así darle un carácter mucho más amenazante y morboso a todo el entuerto. De esta forma, el guión no sólo mantiene el elemento narrativo de un Cady condenado por violencia sexual y violación y la reincidencia con parejas casuales que conoce en bares y clubes, sino que también lo hará en donde "Cape Fear" (1962) de Thompson proponía el epítome de corrección y honestidad, Sam Bowden, tan bien interpretado por Gregory Peck, proponiendo un lujurioso y corrompido padre de familia, que vive una profunda crisis matrimonial, todo cuanto su esposa ha descubierto que mantenía desde hacia años una relación de pareja paralela. Y no sólo eso, en este evidente proceso de corrupción que el guión hace del personaje de Bowden, con su infidelidad e indiferencia respecto a su hija adolescente, el guión lo presentará como un sujeto que decide obrar por decisión propia respecto a los derechos de su defendido, situación que desde el punto de vista ético y profesional constituirá sin duda un falta ya que pondrá por delante sus propios valores y no los de la justicia, que se supone es el principio elemental de su profesión de abogado. Suena extraño pero ciertamente hasta un individuo tan miserable como Cady parece, con esta premisa por delante, tener más que una justificada razón para exigir justicia y cobrarle a Bowden su venganza. Así, con Bowden como un personaje éticamente cuestionable, en términos familiares y laborales, Scorsese refuerza decididamente la esencia de la venganza de Cady y pone al espectador en una incómoda situación, ya que bien podría llegar a sentir simpatía por Cady y su cruzada vengativa, y muy poca simpatía por el petulante y corrupto Bowden.
Otra diferencia sustantiva entre ambos films es la estructura psicológica de Max Cady, que en la versión de Scorsese resulta evidentemente más compleja. Por ejemplo, se presenta a Cady como un hombre muy religioso y muy preparado en derecho. En primer lugar, el largo tiempo pasado tras las rejas lo ha llevado a concebir un concepto muy particular de venganza, que extrae directamente del Antiguo Testamento de la Biblia y su concepto ortodoxo sobre la justicia, que vemos por cierto en forma de tatuaje en la espalda de Cady, con una cruz y balanza fusionadas y las palabras "verdad" y "justicia" en cada contrapeso. Se trata de un hombre que cree y haber encontrado en las escrituras, en la palabra de Dios, el derecho para perseguir y consumar su venganza. Pero no sólo eso, Cady es un tipo preparado, tanto que aprovecho el tiempo en la cárcel para estudiar y titularse de derecho, convirtiéndose en su propio abogado. Este aspecto es mucho más convincente a la hora de caracterizar al ex convicto, ya que explicaría que tiene un muy bueno manejo de las leyes y sabe perfectamente hasta qué punto puede hostigar y acosar a los Bowden de manera de no estar infringiendo ninguna norma, y en casos bastante particulares, incluso, llegar a tener la ley de su parte, sobre todo en las lamentables decisiones de Sam Bowden de buscar apoyo en sus amistades en la Policía y mandar unos matones a golpearlo.
De la misma forma, Scorsese le da un tratamiento mucho más protagónico y complejo a los personajes femeninos, que Thompson más que nada utiliza como vehículos para atacar a Bowden. Así, el director en primera instancia presenta a leigh Bowden no sólo como una mujer frustrada y decepcionada al descubrir las infidelidades de su marido sino también muy contenida sexualmente, pareciendo dispuesta a desatarse por momentos con Cady, aunque ello la ponga especialmente más en peligro. Por su parte, Danielle Bowden es notoriamente más sensual y sexual como adolescente en pleno despertar sexual, y ello evidentemente se debe a la visión temporal del director, recordando que en los 60s la visión de Scorsese hubiese escandalizado notablemente a la sociedad y al mismo Hollywood, sobre todo considerando que el propio Thompson, que es menos explícito, tuvo varios problemas con la censura. Por otro lado, el compositor Elmer Bernstein ("Thoroughly Modern Millie", 1967) reversiona la música original del fallecido y legendario músico Bernard Herrmann ("Citizen Kane", 1941, "Psycho", 1960) de una forma bastante más agresiva y explícita, contribuyendo enormemente a fortalecer el clima de opresión del film.
Las actuaciones son impecables, Scorsese acierta decididamente en el reparto escogido, con un cuarteto muy efectivo, encabezado por Nick Nolte, Robert DeNiro, Jessica Lange y Juliette Lewis. Nolte muestra bastante más matices interpretativos como Sam Bowden que Gregory Peck, pero lo hace en función de un personaje notablemente más dibujado y complejo por el guión de Strick, un hombre corrompido y cuestionado moral y éticamente en términos familiares y laborales, a diferencia del Bowden de Peck, que es intachable. Por su parte, Robert De Niro funciona como el pilar interpretativo más importante del film, al otorgarle a su personaje una esencia tan bestial como pesadillesca, un dignísimo sucesor del trabajo de Robert Mitchum en la versión de los 60s, maniático y simpático a partes iguales, que tiene su clímax interpretativo en la recordada escena final en la barcaza bajo esa demencial tormenta que sirve de escenario apocalíptico entre dos hombres dispuestos a matarse para acabar de una vez por todas con esta pesadilla. DeNiro sería nominado al Oscar al mejor actor por este papel, perdiendo ante Anthony Hopkins y su también magnífica interpretación de Hannibal Lecter en "The Silence Of The Lambs" (1991). Como ya mencioné, los personajes femeninos resultan mucho más interesantes que en la versión de los 60s, comenzando con una competente Jessica Lange, ganadora dos veces del Oscar, quien sabe impregnarle a su personaje elementos como la frustración, la decepción, la angustia y el sacrificio personal en pos del bienestar de su hija. Por su parte, una bella Juliette Lewis de 18 años encarna a la hija adolescente de los Bowden, en una performance bastante más explícita y sugerente a la vez, como la chica que poco a poco va cayendo ante la insistencia de Cady. Y para finalizar, como guiño a la original, también aparecen en el reparto Robert Mitchum y Gregory Peck, todo un detallazo por parte de Scorsese.
En definitiva, sólida y contundente revisión del clásico de J. Lee Thompson, bastante más explícita y sexualizada, en donde destacan evidentemente elementos narrativos más osados y un reparto sobresaliente. Scorsese aporta a este film, lo que más le gusta hacer en sus películas, un trasfondo moral. Hace una crítica bastante dura al sistema judicial y al sueño americano. Una obra indeleble e insustituible, implacable y turbadora para el espectador. Perniciosa y provocadora desde principio a fin, absorbiendo poco a poco al público, hasta llegar a un final asfixiante y único, que quedará en la retina tanto del buen cinéfilo, como del buscador de cine más comercial y sustancioso.
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