"El Último Samurái" es un notable drama occidental y cine épico, dirigido por Edward Zwick y protagonizada por Tom Cruise. Basada libremente en la Rebelión Satsuma, (Seinan Sensō), "Guerra del Suroeste", acontecida entre el 29 de enero y el 24 de septiembre de 1877. La película se centra en los últimos levantamientos armados de los samuráis, antiguos guerreros medievales japoneses, contra el Gobierno Meiji, que pretendía modernizar Japón en su totalidad, a imagen y semejanza de la cultura occidental, y eso incluía al ejército. Lamentablemente, en un período de rápidos cambios políticos y sociales en Japón, no había espacio para estos valientes guerreros. Es una cinta que transmite algo especial, resulta curioso la cantidad de sensaciones que transmite este film y la dificultad que se presenta para plasmarlas en un texto. Me resulta imprescindible destacar aparte del perfecto y detallado vestuario, acompañado de un excelente y cuidado guión, la belleza de como el corazón de un capitán de ejército puede llegar a corromperse, quizás sea el mensaje de este film: Un soldado americano que acaba defendiendo el legado de los Samuráis, enfrentándose para ello a lo que antiguamente fueron sus compañeros.
Es el año 1876. El capitán Nathan Algren, ex-combatiente del Séptimo de Caballería del ejercito de los Estados Unidos, vive ahora atormentado por su pasado, por los recuerdos de las atrocidades que él y sus compañeros cometieron. Trabaja dando espectáculos en representación de la fabrica de armas Winchester, hasta que un buen día Omura, un diplomático japones, les ofrece a él y a otros veteranos un trabajo: Japón se está intentando occidentalizar y necesitan hombres que adiestren a sus soldados. El objetivo de estos soldados: sofocar la rebelión del ministro Katsumoto, el último de un largo linaje de samuráis. El director toma esta dicotomía y plantea las dos versiones con calma y sosiego. No es un film de acción, diría que es más bien contemplativa. Lenta, relajada, exhaustiva. No hay prisas para Zwich y eso es uno de sus mayores aciertos. Está claro que a muchos les aburrirá gran parte de metraje, pero es más bien porque no han comprendido las intenciones ni el planteamiento del director.
A este interesante y convulsionado contexto histórico, Zwick suma el componente "extranjero", con la intención de que el espectador pueda apreciar la cultura oriental a partir de los ojos y la experiencia de un occidental. El ambiente de la película nos deja indiferente con unos planos del Monte Fuji a pesar de que la cinta fue rodada íntegramente en Nueva Zelanda, uno de los lugares más hermosos del planeta donde el cuidado de la naturaleza y la comunión de los samuráis era casi total. En esto la fotografía lograda aunque es cierto que si nos fijamos bien, en algunos momentos parece demasiado artificial pero sólo para quienes busquen defectos y no para los que hemos disfrutado con un drama épico interesante. Otro aspecto técnico destacable es el gran trabajo de vestuario de Ngila Dickson, también nominada al Óscar en su categoría y que respeta la tradición japonesa minimista de la vida cotidiana y la grandilocuente armadura samurái, de gran belleza artística y pragmática. Hans Zimmer, por su parte, regala una de las más conmovedores y emocionantes bandas sonoras del último tiempo, con un marcado carácter épico en las batallas libradas y las escenas en la que Algren reflexiona y se pone a prueba a sí mismo, como aquella emblemática en que aún en recuperación, es golpeado brutalmente por el samurái Ujio mientras aprende a usar la katana, y ante lo cual se levanta una y otra vez, demostrando su carácter y temple.
Las actuaciones son inmejorables, Tom Cruise encarnó a Nathan Algren, en un tipo de género quizá poco visto en este actor. No hubo persecuciones, tiroteos, misiones imposibles... Adaptó correctamente su personaje a una nueva experiencia haciendo un tipo de cine menos impresionista y más profundo. Ken Watanabe se lleva todos los aplausos con la interpretación de Katsumoto, está verdaderamente impecable, fue nominadao al Oscar a Mejor Actor de Reparto, su interpretación le dio seriedad, ritmo, reflejó una cultura ancestral donde el honor por un pueblo, estaba por encima incluso de sus propias vidas. El sabe cómo llevarte hacía esa cultura hermética como es la japonesa, enseñándonos desde dentro la vida de uno de los guerreros más emblemáticos que existe en la historia, los Samuráis. Entre el reparto, tenemos a Shin Koyamada como Nobutada, el valiente hijo de Katsumoto. Hiroyuki Sanada es el corajudo pero bruto Ujio. Tony Goldwin es el prepotente Coronel Bagley. Y Timothy Connolly como el simpático y carismático Simon Graham, fotógrafo y traductor estadounidense al servicio del imperio japonés. Como es habitual en este tipo de films, hay pocos personajes femeninos y el hecho de que el director evite el romance, cosa que se le agradece de cualquier forma para no caer en el facilismo narrativo, tenemos a Koyubi Kado como Kata, la hermana de Katsumoto, cuyo marido fue muerto por Algren, en defensa propia, pero por el cuál poco a poco comienza a sentirse atraída.
En definitiva, una gran película occidental que hace honor a este gran género oriental, a la época, país y cultura que intenta recrear. Trata temas profundos, como la corrupción de la civilización o la pérdida de tradiciones y valores, que te hacen reflexionar y que realmentente pueden llegar a emocionarte en más de una ocasión. Amor, cultura, tradición, acción, drama, y entre medio el honor como arma fundamental para la victoria. Exagerada, si. Sensacionalista, también. De confección extremadamente clásica, sin dudas. Pero qué más da, si está tan bien hecha "Permiso concedido." A admirarla...