La fantasía fría
por Beatriz MartínezAndrew Adamson, co-director de las dos entregas de 'Shrek', fue el encargado de dirigir 'Las crónicas de Narmia: El león, la bruja y el armario', primera entrega de la saga basada en las novelas de C. S Lewis, producción que nace bajo el amparo del éxito cosechado por la trilogía de los "Anillos", por un lado, y, por otro, por las aventuras de Harry Potter. En cierto modo, 'Las crónicas de Narnia' tienen algo de Tolkien y del joven e insípido mago más famoso de los últimos años, que hacían de ellas, a priori, un excelente producto para ser adaptado. La obra de Lewis, en todo caso, termina siendo mucho más interesante que sus adaptaciones cinematográficas, básicamente porque sus responsables han buscado el seguir una línea comercial que les garantice la afluencia a las salas de jóvenes.
Esta primera entrega, sin embargo, se presenta como excesivamente fría y distante. Resulta curioso que Adamson sea el responsable de la dirección: si algo tenía 'Shrek' era un dinamismo constante, mientras que en dirigir 'Las crónicas de Narmia: El león, la bruja y el armario' todo es demasiado británico en el peor sentido de la palabra: los niños no transmiten pasión, siempre distantes, algo soberbios en su conducta. Superado el inicio de la película (lo mejor de la misma) todo se convierte en una sucesión de imágenes pretendidamente impactantes que tan solo atraen la atención por su rareza, por el mundo creado, pero no porque sean interesante o inquietantes. La película, excesivamente larga, aburre soberanamente con un ritmo que puede pasar de ser muy lento a lanzarse a una acción trepidante sin tránsito narrativo alguno más allá que conversaciones anodinas de unos niños que dejan una cruda realidad, el Londres de los bombardeos, para introducirse en un mundo en el que seres extraños combaten entre sí, cambiando una refriega por otra con la mayor naturalidad vista en el cine. Y Lewis, en cambio, lo que buscaba era algo diferente, entonar un canto a la fantasía en tiempos de guerra. Y lo hacía bien, con encanto, mientras que Adamson fracasa estrepitosamente.
A favor: El prólogo.
En contra: Su frialdad, su duración.