Noviembre de 1938. En una finca de Sologne se celebra un fin de semana de fiesta y cacería y hasta allí se traslada la alta alcurnia de la burguesía. En la lista de invitados que elaboran el marqués Robert de La Chesnove (Marcel Dalio) y su esposa Christine (Nora Gregor) se encuentra el nombre del aviador André Jurieux (Roland Tautain), un experimentado viajero que se enamora de Christine.
El alto rango de los asistentes y sus nobles modales no impede que durante todo el fin de semana se sucedan los juegos de amor más banales e infieles. Entre la pareja anfitriona esto se permite, pero siempre habrá que seguir las normas del juego, guardar las apariencias.
El contraste entre los modales de la alta burguesía y los personajes de baja posición es evidente. En el escaño alto no faltan la hipocresía, las mentiras y las infidelidades; en el bajo sobra la altanería de quien se siente –o quiere sentirse- superior.
Una película dirigida por el francés Jean Renoir y que supone una crítica mordaz a la falsedad y la zalamería adoptadas por la clase pudiente.
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