Jurassic Word -JP-
En la era de las remakes, reboots y secuelas caía de maduro que la franquicia Jurassic Park debía retornar. Lo visto en el trailer me había convencido. Tenía mis expectativas igual que mis dudas. Una cuarta entrega jurásica no debía tomarse tan en serio y tener un balance entre humor y acción. Sumándole, por supuesto, su cuota de espectacularidad.
Arranca en una incubadora, con un interesante plano secuencia donde la cá mara va de un lado a otro jugando con el foco. Presenciamos el nacimiento de un dinosaurio... y el primero de muchos guiños.
Luego de esta intro, nos metemos de lleno en la historia. Ahora bien, si algo intuíamos era que la trama no sería el fuerte principal de esta película y esta nos importa menos que el inminente divorcio de los padres de los dos hermanos. Lo que tenemos en la pantalla es la cuarta entrega de una franquicia. Ya sabemos cómo funcionan las cosas y nos damos una idea de los posibles acontecimientos. Aún así, hay momentos de explicación para el espectador ocasional cuando, por ejemplo, el doctor Wu cuenta cómo se crean a los dinosaurios.
Lo importante es conocer a los personajes para que nos introduzcan a la nueva edición del parque que es el verdadero protagonista. Así es que Claire (Bryce Dallas Howard) nos pondrá al tanto con cuestiones administrativas y de marketing. Chris Pratt, a.k.a Owen Grady, a.k.a el entrenador de raptores, nos informará acerca de la seguridad y un entramado ético con respecto al uso de los dinosaurios como bio-armas. ¿Será la base para la quinta?
El principio es un toque denso debido a que el director te pone en la piel de los visitantes. Es una buena idea y recuerda a la primera entrega: eso de mostrar el control antes del descontrol. En esta oportunidad, lo hace de manera general -planos abiertos desde un helicóptero- hasta que entra en detalle cuando se centra en los dos hermanitos. Se me viene a la mente la escena donde se da comer al Mosasaurus, una onda a Mundo Marino, y pone la vara alta para lo que vendrá.
El diseño de producción estuvo flojo con respecto al sitio. No me refiero a las atracciones ni a los dinosaurios, sino a la infraestructura. Es demasiado frío. Hay un momento, cuando el menor de los hermanos se escabulle entre la gente en busca de una visión panorámica que le permita apreciar la zona. La música anticipa que se viene algo impresionante. Sin embargo, lo que se termina viendo no me generó nada. Se trata de un enorme pasillo con negocios a los costados y una especie de pirámide que supongo es el centro de visitantes. Ningún edificio distintivo o monumento particular. Incluso la cámara se aleja, abandonando el punto de vista del pibe para mostrar lo grande que es la isla (cosa que ya se sabe) y se pierde entre la vegetación y corta a otra escena. Ahí pensé que había malgastado mi dinero. Por suerte, estuve equivocado.
Lo que distinguía a Jurassic Park de otras cintas de dinosaurios, estaba en el realismo de estos. Incluso los efectos no envejecieron con el correr de los años. Pero fue en la tercera donde parecieron falsos. Es decir: se notaba cuándo eran generados por computadora y cuándo eran animatronics. Acá vuelves a la sensación de las primeras dos entregas. Vuelven a cobrar vida y, más importante, a tener personalidad. Por ejemplo, se nota en cada frame que el Indominus Rex es un pedazo de hijo de la ciencia. Pero no sólo en cuestión de movimiento sino de acciones, como cuando deja una hilera de Apatosaurus moribundos sólo por diversión.
Cuando agarra ritmo, la película es adrenalina pura. El momento en que los saurios voladores escapan y comienzan a picotear a los visitantes es donde cobra identidad. Equilibra la acción con el humor. El destino de Zara, la niñera de los hermanos, cuando un pteranodon la agarra y la pasea por los aires calza a la perfección con lo que digo y fue mi escena favorita.
Tengo una sola objeción: nunca se les disparaba a los dinos. Bueno, llegó el momento de la excepción a la regla y quedaría satisfecho al ver que los matan a tiros.
Para ir cerrando, Jurassic World le brinda frescura a la saga. Claro que la premisa es la misma de siempre: gente atrapada en una isla con dinosaurios. Y los momentos tontos pasan a segundo plano gracias al desenlace de los sucesos (el clímax) o un bazucazo que corta con el sentimentalismo. Porque la novedad está en el humor, la química entre los personajes, la espectacularidad y la nostalgia. Nostalgia de volver a entrar en ese parque y de poder visitar las ruinas de las antiguas instalaciones que nos hicieron fantasear de pequeños. Más el plus de los guiños a las entregas anteriores.
La verdad disfruté mucho de esta película.
El parque volvió a abrir sus puertas. Y fue un placer volver a entrar y salir satisfecho gracias a las atracciones que Colin Trevorrow dispuso.