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    La chica de quince años
    Críticas
    3,5
    Buena
    La chica de quince años

    Triángulo de vacaciones

    por Diana Albizu

    En perfecta consonancia con los preceptos de su cine de la exploración gestual y la recreación verbal, la película con la que Jacques Doillon clausuró la década de los 80 podría recordar en su planteamiento vacacional y playero a los filmes de Éric Rohmer. Pero, al contrario que el director de 'La coleccionista', Doillon rueda a sus personajes de manera sistemática en escenarios interiores, tan cerrados y opresivos como las dudas existenciales de los protagonistas (de ahí que el final con el sol ibicenco derramándose por los cuerpos tenga tanta fuerza), envueltos en un triángulo amoroso que en vez de propiciar goce sensual saca reflexiones pesimistas de todos ellos.

    El vértice femenino es la joven Judith Godrèche, la chica de 15 años del título (17 durante el rodaje), de la que están enamorados tanto el adolescente Melvil Poupaud, de su misma edad, como su padre, el propio Doillon (segunda ocasión en la que se pone él mismo delante de su cámara). Los sentimientos y deseos irán entrecruzándose mientras los tres pasan juntos las vacaciones de verano. Pero, más allá de la enésima actualización del juego amoroso, lo que conmueve es cómo captura Doillon los gestos de los personajes, moldeados en base a abstracciones intelectuales en sus palabras pero humanos, evidentemente humanos en la forma en que se acercan y alejan físicamente unos de otros.

    A favor: El estilo particular de Doillon al narrar sus historias, la dedicación que muestra hacia las razones de cada personaje.

    En contra: El tema ha sido tratado tantas veces en cine y literatura...

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