La era de la parodia
por Mario SantiagoPregunta flash: ¿cuál fue la última comedia juvenil que visteis en cine que no estuviera marcada por la ironía y los impulsos paródicos? ¡Rápido, no lo penséis mucho!... ¿Nada? Alguien podría estar tentado de mencionar 'Supersalidos', de 2007, pero lo cierto es que las peripecias de McLovin y compañía tenían mucho de sublimación hiperbólica de la teen movie tradicional: el realismo brillaba por su ausencia; imperaba un frenesí abstracto, como de dibujo animado. En realidad, las respuestas más razonables a la pregunta inicial serían la película 'Adventureland', de 2009, o, haciendo un poco de trampa, la serie de televisión 'Freaks and Geeks', de 1999-2000. Lo curioso es que ambas obras proponían sendos viajes nostálgicos a la década de los ochenta. Como si, para ser realista, la comedia juvenil americana no tuviera otra alternativa que refugiarse en el pasado, en una era —la de las películas de John Hughes— en la que era posible sonreír de la mano de personajes de carne y hueso. (En realidad, sí existe una comedia juvenil contemporánea marcada por la sinceridad más transparente y que esquiva la nostalgia: su título es 'Whip It', es sensacional y fue un fracaso absoluto; en España fue distribuida en DVD bajo el título de 'Roller Girls').
No hay que ser muy espabilado para advertir que la comedia adolescente actual vive atrapada en los arrecifes de la posmodernidad, una condición que comparte, en gran medida, con el conjunto de la comedia americana. Digamos que impera la ceja levantada, el comentario irónico: de las notables 'Rumores y mentiras' y 'Scott Pilgrim contra el mundo' a la olvidable 'Bad Teacher', las comedias de instituto actuales no saben reírse de otra cosa que no sea ellas mismas. Es la era de la parodia y lo que se premia es el ingenio autoreflexivo. En una escena de 'Infiltrados en clase', un dúo de policías gañanes recibe una reprimenda de parte de su superior, que les notifica que acaban de ser reasignados a "un programa de policías encubiertos que surgió en los años 80 y que ahora se ha relanzado". Es probable que, en otros tiempos, la escena hubiese terminado ahí, pero a día de hoy la coda parece obligatoria. El jefe de policía afirma: "los tipos al mando de esta operación van escasos de creatividad. No hacen más que reciclar mierda del pasado... y esperan que no lo notemos". Queda clara la opinión que tiene el guionista Michael Bacall de la ola de remakes que asola Hollywood.
'Infiltrados en clase', como apuntaba el diálogo anterior, es la adaptación al cine de una serie de TV de los años ochenta. 'Jóvenes policías' ocupó la parrilla televisiva norteamericana desde 1987 hasta 1991 y propulsó a la categoría de ídolo juvenil a Johnny Depp, que luego sería rescatado del pozo del universo teen por Tim Burton. Sobre la serie original, basta decir que hoy en día sólo la recordamos aquellos que la seguimos en plena adolescencia, abducidos por el romanticismo de unos polis tan aparentemente malotes como hondamente nobles. En fin, que nadie la recuerda por su "calidad". Y lo cierto es que 'Infiltrados en clase' no pretende ser un remake al uso, sino más bien una relectura irónica. No es la primera serie de televisión que se ve sometida a este tratamiento. Ahí está la rimbombante adaptación, en clave hiperbólica, que se hiciera de 'El equipo A', o la saga de delirantes artefactos superpop a la que dio pie 'Los ángeles de Charlie'. Aunque la pariente más cercana del filme que nos ocupa es seguramente la relectura de 'Starsky y Hutch' que dirigió Todd Phillips en 2004, con Ben Stiller y Owen Wilson mofándose a sus anchas de la chulería del original setentero.
La opción elegida por Phil Lord y Chris Millar, los directores de 'Infiltrados en clase', es realmente interesante. Para empezar, se nos presenta una parodia directa y certera de la galaxia teen: Jonah Hill aparece en escena imitando desastrosamente el look de Eminem (estamos en 2005), mientras Channing Tatum se luce como el típico guaperas-abusón de instituto. Entonces saltamos siete años en el tiempo y reencontramos al dúo reconvertido en una patrulla policial de pacotilla. Tras una actuación fallida, la pareja es destinada de incógnito a destapar una red de tráfico de drogas entre estudiantes... y aquí es donde la película da en la diana sociológica: en su regreso al instituto, Hill y Tatum, el nerd inseguro y la estrella rutilante, el (ya no tan) gordo y el guapo, encuentran un nuevo escenario que subvertirá sus roles. Si por algo se caracteriza la buena comedia juvenil, de 'El club de los cinco' a 'Academia Rushmore', es por su capacidad para exprimir y destripar los estereotipos que definen la vida adolescente. En este sentido, 'Infiltrados en clase'es una película de su tiempo: un presente marcado por "la revancha de los nerd". Ellos los nuevos reyes del cotarro, como demuestran películas como 'La red social' o series como 'The IT Crowd' o 'The Big Bang Theory'.
Por otra parte, si 'Infiltrados en clase' carbura con finura es en gran medida gracias a la química del dúo protagonista. Hill y Tatum —que también figuran como productores ejecutivos— se entregan con convicción al juego de roles: Hill saca brillo a su parloteo nervioso e inseguro, bien respaldado por su caminar oscilante, mientras Tatum sabe reírse de su imponente presencia y su rudeza primitiva. Unas cualidades que los directores, Lord y Millar, saben encauzar hacia la comedia fragmentada. No resulta extraño que los elegidos para dirigir esta comedia frenética sean dos directores de cine de animación: en su currículum consta el largometraje 'Lluvia de albóndigas' y la serie animada 'Clone High'. Y es que, durante la última década, la comedia de acción real ha absorbido numerosos mecanismos de la comedia de animación: la velocidad descerebrada, la tendencia a la digresión (los flash-back fugaces e inesperados, entre otros insertos, se han convertido en un tic recurrente) y la adhesión al surrealismo. Todas estas constantes otorgan ritmo y vivacidad a una película que pesca con red en las aguas de la cultura pop, acumulando irónicas referencias a 'Glee' o a Justin Bieber, además de un feliz guiño a las palomas de John Woo y unos previsibles pero efectivos cameos nostálgicos.
Puede que 'Infiltrados en clase' no aporte nada nuevo al panorama de la comedia contemporánea; sin embargo, sabe aprovechar algunas de las corrientes más afortunadas de ese río de hilaridad que, desde hace más de una década, lleva haciendo del cine norteamericano un foco a seguir en materia de humor.
A favor: El memorable clip (falso) de Youtube con las cuatro fases lisérgicas de la droga de síntesis definitiva.
En contra: Algún exceso (comprensible) en el apartado de "acción".