“Abyss” es un inteligente y suculento film de aventuras submarinas, dirigido por James Cameron y protagonizado por Ed Harris y Mary Elizabeth Mastrantonio. Bud Brigman (Ed Harris) es el jefe de una plataforma submarina petrolífera en medio del Atlántico. Bud es solicitado cuando un submarino nuclear estadounidense, el “USS Montana”, sufre un percance cerca de su plataforma. En la búsqueda de rescate se unen a Bud, la diseñadora de la base Lindsey Brigman (Mary Elizabeth Mastrantonio) y el teniente Hiram Coffey (Michael Biehn), pero cada uno de ellos tendrá sus propias agendas, además de un visitante inesperado. Para situar un poco las coordenadas estilísticas del filme, podemos intentar acotar alguna referencia de parecido o influencia, no tanto con la idea buscar símiles como para tratar de entenderla mejor. Así, por ejemplo, una gran influencia (quizá una de las mayores) para la cinta quizá sea “Aliens: El Regreso” (1986), también dirigida por James Cameron. Se nota fácilmente en la atmósfera claustrofóbica en la que tiene que moverse el reparto. Si en “Aliens” eran los tortuosos pasillos de unas instalaciones coloniales espaciales, en “Abyss” son los pasillos subacuáticos de cápsulas y naves nodriza. Del mismo modo que en estos espacios cerrados se manifiestan criaturas muy lejos de ser humanas, aunque con un modus operandi bastante distinto entre una y otra película. El tono de la cinta es el clásico de James Cameron, en el que mezcla ciencia ficción y acción. Es fácilmente comprobable viendo su currículo: además de la mencionada “Aliens”, están los dos primeros “Terminator” y “Avatar”. Eso no quiere decir que no se escamotee alguna reflexión, pero no es el tipo de ciencia ficción digamos “filosófica”, que nadie espere “2001: Una Odisea Del Espacio” (1968) o “Solaris” (1972). Sin embargo la intriga, el ritmo ligero y constante y la poderosa puesta en escena son dominadas por Cameron al dedillo. Y lo hace con sobrada solvencia.
A todo esto, los protagonistas del film, tendrán que enfrentarse a problemas de diversa índole. Por un lado los científicos de la plataforma liderados por Bud y Lindsey tendrán que hacer frente a un peligro ciertamente humano como es el paranoico lider de los militares, Hiran Coffey (Michael Biehn, un habitual de James Cameron), y por otro a la misteriosa presencia que les visita intermitentemente con desconocidas intenciones. El conflicto entre científicos y militares es un clásico de la ciencia ficción y será el apartado que aporte acción y músculo a la cinta. De hecho Coffey acaba convirtiéndose en un auténtico psicópata carente de juicio, debido al efecto de la presión, que pone en peligro a todos robando una cabeza nuclear del submarino accidentado y amenazando con desencadenar un conflicto apocalíptico. La parte, digamos, “alienígena” aporta la necesaria dosis de enigma y misterio para que resulte un híbrido típico de Cameron. En “Aliens”, eso sí, la presencia extraña era ciertamente hostil y letal desde el inicio, en “Abyss” no está tan claro, la presencia puede ser amigable… o no. Además de los dichos, concurre otro elemento: el romance. La relación entre Bud y Lindsey es tirante al inicio, dando lugar incluso a situaciones de comedia. Sin embargo, su relación se irá adensando hasta rozar a ratos lo cursi. Acaso pueda ser la parte más discutible de la película, tanto por el tono como por la incompatibilidad con el resto del estilo del filme. Otros tipos de sentimentalismo irán apareciendo del mismo modo, teniendo James Cameron que caminar en el alambre para no incurrir en el melodrama.
No obstante, casi la mitad del rodaje del film tiene lugar dentro del agua, lo que supuso no pocas dificultades de tipo técnico. Dada la imposibilidad de rodar en mar abierto, como el director pretendía, hubo de buscarse un gigantesco tanque de agua que, tras diversos avatares, fue encontrado en Carolina del Sur. Varias escenas fueron rodadas a una considerable profundidad lo que hizo que los actores las pasaran canutas y fuese necesario una cámara de descompresión y un submarinista de apoyo para cada actor. Muchos días apenas se avanzaba y Ed Harris y Mary Elizbeth Mastrantonio acabaron con los nervios exhaustos. Algunos efectos especiales requirieron de la utilización de un software peculiar y exigieron el trabajo de medio año. Al menos el resultado final fue extraordinario y, aún hoy en día, es visualmente sorprendente. Todo esto se fundamenta en una extraordinaria ambientación (aquí hay mucho trabajo detrás y se nota), una notable fotografía submarina, un decente trabajo tras la cámara, pero está claro que el punto fuerte son los efectos especiales, campo en el que la película no es una más, ya que no recurre sólo a la técnica que existía por aquel entonces si no que innova muchísimo, presentando uno de los primeros efectos digitales convincentes que sirvió de prototipo para la confección del T-1000 en “Terminator 2”. También llama la atención el realismo que transmite la recreación de un ambiente abisal y los múltiples gadgets que emplean los personajes para desenvolverse en él. Por no hablar de las escenas en las que la solución respirable entra en juego, del diseño tan original de los alienígenas, que recuerda a las medusas o un logradísimo descenso a lo más profundo de una fosa oceánica. El apartado técnico es absolutamente impecable.
Las actuaciones de cualquier modo, son lo suficientemente correctas como para mantener cierto control. Ed Harris interpreta a Bud Brigman, con una actuación brillante, tiene la determinación y la energía exigibles como para ser un héroe de acción. Atención a la descomunal performance en la escena de la “resucitación” haciendo un brutal despliegue emocional que deja al público sin habla. Mary Elizabeth Mastrantonio encarna notablemente a Lindsey Brigman, construye un personaje decidido y corajudo, la suya es otra gran recreación de una de esas mujeres temperamentales y firmes que solía protagonizar en los 90. Lindsey es la ingeniera creadora de la Deepcore y se puede decir que es la parte inteligente del “matrimonio”. Por su parte el “villano” Michael Biehn como el teniente Hiram Coffey, trata de dar a su personaje una esencia psicótica que le hace caer en una sobreactuación algo obvia. No es ningún defecto grave, pero la figura del héroe noble y bondadoso de “Terminator” le era más propicia. El militar recreado por Bieh es un hombre autoritario que no soporta que no se haga lo que dice. Si a esto le sumamos que le han afectado los efectos secundarios de la descompresión, entonces, la mezcla es brutal. Finalmente, hay que resaltar la grandísima compenetración de la tripulación principal de la Deepcore. Con interpretaciones más que aceptables en sus personajes, ya que parecen camaradas de toda la vida. Leo Burmester encarnó al forzudo Catfish. Todd Graff como Alan “Hippy” Carnes. John Bedford Lloyd encarna al gigante Jammer Willis. Kimberly Scott es la alegre Lisa Standing. Y, finalmente J.C. Quinn como Arliss “Sonny” Dawson.
En definitiva, inteligente y suculento film de aventuras submarinas, capaz de aunar el espectáculo y el presupuesto de altos vuelos con una buena esencia cinematográfica. James Cameron maneja con sabiduría todos los recursos a su alcance para entregarnos una emocionante cinta de ciencia ficción que, a pesar de su larga duración, siempre mantiene un buen ritmo. Espectaculares escenas submarinas y una intrigante historia son dos buenas bazas jugadas con acierto. El metraje suplementario añadido a posteriori hace la historia algo más densa, pero nos ofrece una explicación más satisfactoria de la resolución.
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