Metalenguaje para las masas
por Nestor HidalgoEs sabido que la filmografía de Steven Soderbergh desde el principio ha basculado entre propuestas independientes con cierto ánimo experimental e incursiones decididas en el torrente mainstream de Hollywood. Nunca ambas dimensiones de su cine fueron mejor cogidas de la mano que en el caso de 'Ocean's Twelve', secuela de su dinámico remake de 'La cuadrilla de los once' con el que consiguió que el Rat Pack de Sinatra pareciera una excursión de colegio seminarista en comparación con el estilo de George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, Julia Roberts y el resto de estrellas que formaron su reparto. Todos repiten en la segunda parte, con el añadido de Catherine Zeta-Jones en el papel de una detective de la Europol dispuesta a destapar las intrigas criminales de Danny Ocean (Clooney).
En vez de plantearse una secuela rutinaria (como sí lo sería la tercera parte, 'Ocean's Thirteen') Soderbergh decide convertir la película en una confrontación con el espejo deformante de Hollywood. Igual que en 'Schizopolis' (1996) o 'Full Frontal' (2002), lo que importa en 'Ocean's Twelve' no es la historia sino el lenguaje cinematográfico utilizado para darle forma. En determinado momento la narración invalida el camino que ella misma ha llevado hasta entonces; lo que nos dice así el director es que, en realidad, al gran público le da igual lo que le cuenten las películas, mientras vea a grandes y atractivas estrellas en ambientes de lujo y cielos sin nubes. Un paraíso de evasión sofisticada para olvidar los dolorosos problemas de la realidad. ¿Alguien se atreve a llevarle la contraria?
A favor: La sorna y colegueo que traspiran todas las imágenes.
En contra: ¿Es moral gastarse 110 millones de dólares en un chiste privado?