"Cantando Bajo La Lluvia" es un memorable e icónico musical, probablemente, éste es el título más importante del cine musical de todos los tiempos. Dirigido por Stanley Donen y Gene Kelly y protagonizado por éste último. La base argumental del film es la irrupción del cine sonoro y el costoso reciclaje de los actores del cine mudo. Es una premisa que ha dado bastante juego, de una manera bastante más escabrosa Billy Wilder lo contó en "El Crepúsculo de los Dioses" y hace unos años "The Artist" también se basó en esa transición. En esta ocasión, Don Lockwood (Gene Kelly) es un exitoso actor de cine mudo al que le costará adaptarse al sonoro tras la llegada de "El cantor de jazz". Este cambio también afectará a su amigo Cosmo Brown (Donald O’Connor) pianista y encargado de las melodías de acompañamiento. La que encontrará más dificultades es Lina Lamont (Jean Hagen), la pareja (de cara al público más bien) de Don Lockwood que, además de ser artera y egoísta, tiene una desagradable voz chillona. Providencial en este trance es la aparición de Kathy Selden (Debbie Reynolds), una actriz de teatro de la que Don se enamora y a la que parece no gustarle el cine, pero que tiene una estupenda voz. Este elemento de "cine dentro del cine" sirve para que la cinta, de una manera amable y zumbona, eche cierta mirada crítica sobre la industria del cine y algunos de sus componentes. Se puede señalar la falta de adaptabilidad de algunos productores y actores y el egoísmo desmesurado de algunas estrellas.
Todas las tribulaciones de este pobre grupo de profesionales del cine, se muestran de una manera cómica y desenfadada. Se puede ver la influencia del slapstick de los años treinta en el ingenio y en el vertiginoso ritmo de la ocurrencias, que no excluye un humor físico por su proximidad al baile. Gran parte de la vis cómica recae sobre los personajes de Cosmo y Lina, en el primero por su ingenio bufonesco y en la segunda por su torpeza, su voz y su exagerado egoísmo. El inicio del filme es, un buen botón de muestra de los simpáticos derroteros de por dónde irá la película. Don Lockwood concede una entrevista en la presentación de su último film y en ella relata cómo fueron sus comienzos en el cine y cómo conoció a Lina Lamont. En unos flashbacks paralelos vemos, de forma tronchante, como lo que dice no tiene nada que ver con la realidad. Este, digamos, es útil porque presenta de una forma divertida, pero precisa a la mayoría de los personajes. Sin duda, uno de los momentos más divertidos de la película es, la de las primeras intentonas de Don y Lina en el cine sonoro. El momento en que Lina no sabe colocarse el micro, o el del doblaje desacompasado son momentos clásico de la comedia. La idea era hacer una cinta que recopilara viejas canciones del Broadway de los años 20 y 30 y construir un guión para engarzarlas todas. Dicho y hecho. La mayor parte de las canciones que escuchamos, en efecto, son anteriores a la filmación lo que hace construir una historia coherente que las reúna a todas. No se puede esperar, por lo tanto, que el guión sea particularmente profundo. Pero es ingenioso, chisposo y divertido.
Por su puesto, la música lleva aparejada números musicales, algunos de los cuales son ya parte del acervo popular universal. A modo de ejemplo tenemos al jovial Make them laugh con Cosmo, literalmente, corriendo sobre las paredes (Donald O´Connor hubo de guardar cama en el hospital unos días), el romántico dueto que es You were meant for me, entre Don y Kathy, la encantadora Good morning y sus filigranas con el mobiliario adyacente, la historia aparte de Broadway melody ballet (con la participación de la ilustre actriz y bailarina Cyd Charisse), y por supuesto la memorable Singing in the rain, uno de los mayores y más juguetones cantos al optimismo jamás interpretados en una película. Sin embargo, la película, ya decimos, se ambienta en la llegada del cine sonoro, que ocurrió en 1927. La reconstrucción, en cuanto a escenarios y vestuario, está realmente lograda, así cómo el star system, tan vanidoso y excéntrico de la época. Todo está, no obstante, plasmado con un vivo colorido que, lógicamente, era impensable en los años veinte. De hecho, la colorista fotografía de Harold Rosson y John Alton es una de las enseñas del film, muy acorde, por tanto, con el espíritu desenfadado de la película. Es casi obligado hablar del recientemente fallecido Stanley Donen, un cineasta extraordinario muy vinculado al musical pero cuya maestría alternaba géneros sin demasiados problemas. Se notaba que conocía los resortes del musical como nadie, comenzó jovencísimo a bailar en "Broadway", a los veinticuatro años codirigió con Gene Kelly "Un Día En Nueva York" y a los 28 (también con Gene Jelly) "Cantando Bajo La Lluvia". Sus marcas de agua eran la jovialidad y las virguerías danzarinas y musicales. También supo manejarse en otro tipo de historias. Ahí tenemos la intriga de "Charada" o la comedia amarga de "Dos En La Carretera". Incluso los frikis más selectos de la ciencia ficción recordarán "Saturno 3", una rareza con Kirk Douglas y un robot con mala uva. Sirva, en fin, esta crítica como cariñoso recuerdo al bueno de Stanley.
Las actuaciones son notables, Gene Kelly interpreta a Don Lockwood, nos enseña lo que es estar enamorado y ser correspondido. No hay escena más bonita que, en la que los enamorados se despiden mientras cae una buena tormenta, la cual él no nota, y si la nota le parece maravillosa. Esa coreografía es perfecta para la canción, así como la cara de felicidad de Gene y su paso grande y lleno de orgullo cuando regala el paraguas después de su declaración cantada de amor. Genial el papel de Donald O´Connor como Cosmo Brown, ese amigo inseparable, fiel y realista que no se separa ni un momento de su antiguo compañero, la gran estrella del cine mudo. Será también este personaje el que, en la sombra, de un poco de claridad y grandes ideas cuando se aproxima el tornado sonoro. No podemos olvidar sus números musicales y bailes, llenos de simpatía y "chaplinadas". Debbie Reynolds encarna a Kathy Selden, la chica pícara y a la vez inocente, que es capaz de hacer sentir uno más a un actor al que realmente admira. Baila, canta, se enamora, y finalmente sale triunfadora. Y para finalizar, Jean Hagen es Lina Lemont la pareja "ficticia" de Lockwood, siendo la actuación más floja del elenco.
En definitiva, memorable e icónico musical, probablemente, el más importante de todos los tiempos. Tiene un merecido estatus de clásico absoluto del cine. Sus números musicales siguen causando asombro hoy en día, lo que unido a un guión jovial y a los simpáticos personajes asegura la diversión. Sigue siendo un icono de la cultura popular del Siglo XX.
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