Crítica de SensaCine.com para The Punisher (El castigador): No llames héroe a un vigilante

Punisher es uno de los personajes del sobrepoblado universo Marvel que más complicado ha tenido su traslado al cine. Sus tres apariciones cinematográficas —aparte de la que nos ocupa, antes estuvo 'Vengador' (Mark Goldblatt, 1989) y después 'Punisher: War Zone' (Lexi Alexander, 2008)— siempre han sido planteadas como reinicios desde cero, pese a que todas ellas tienen sus virtudes de tono y son visiones complementarias del personaje. En cuanto a la película dirigida por Jonathan Hensleigh, puede que su mayor aliciente sea la sequedad de tono prácticamente autoimpuesta debido al recorte presupuestario que aquejó a la producción.

Así es como uno de los personajes más violentos de Marvel (Frank Castle no es ningún superhéroe, sino un antihéroe con forma de ex marine en convertido en vigilante para desarrollar una cruzada vengativa contra el crimen por haber matado a toda su familia) consigue en pleno 2004 el tratamiento pulp y con esencia de serie B videoclubera que merece. Muchas de las oscuras, sucias y poco amables imágenes de Hensleigh parecen provenir de una cinta de justicieros urbanos de los 70 u 80, lo cual debe entenderse como todo un elogio. La violencia explícita y la trama lineal hasta lo grosero remiten a un mundo de pocas palabras y muchas hostias, que es básicamente la esencia de Frank Castle como personaje. ¿Entrar a valorar la interpretación de Thomas Jane? No nos volvamos locos.

A favor: El momento en el que el asesino Harry Heck se pone a tocar la guitarra o la set piece de la paliza de El Ruso.

En contra: John Travolta, ridículo en la mayoría de sus intervenciones.