"El Diablo Sobre Ruedas" es un entretenido y emocionante TV Film, dirigido por un joven Steven Spielberg y protagonizado por Dennis Weaver.
David Mann es un hombre de negocios que debe realizar un largo viaje por el Desierto de California para reunirse con un cliente. Sin embargo, lo que pareciera ser un rutinario y aburrido viaje por la carretera, se convertirá en una absurda y dramática lucha por su vida cuando el maniático conductor de un camión cisterna lo persiga, molesto cuando Mann lo sobrepase en la carretera. A inicios de los 70s, un jovencísimo Steven Spielberg trataba insistentemente abrirse paso en la pantalla chica, haciendo cargo de la dirección de algunos episodios de series como "Marcus Welby, M.D." (1969-1976) y "Columbo" (1971-2003), hasta que encontraría su gran oportunidad de la mano del productor George Eckstein ("The Invaders", 1967-1968, "The Name Of The Game, 1968-1971). Eckstein estaba interesado en adaptar a la TV un relato del legendario escritor Richard Matheson, autor de clásicos como "I Am Legend" (1954), "The Shrinking Man" (1956) y "Hell House" (1971), escrito a inicios de los 70s, pero publicado en 2003 en una compilación de historias titulada como "Duel". El relato se basó en una experiencia que le ocurrió al mismo Matheson hacia 1963, cuando fue acosado por un demente camionero en la carretera. "Duel" (1971) surge en un momento en que el road movie se configuraba como subgénero con las seminales "Weekend" (1967) de Jean-Luc Godard y "Bullitt" (1968) de Peter Yates, y lograba consolidarse a través de otras películas ese mismo año, como "Two-Lane Blacktop" (1971) de Monte Hellman, "Diamonds Are Forever" (1971) de Guy Hamilton y "Vanishing Point" (1971) de Richard C. Sarafian.
Muchas de estas propuestas se trataban más bien de thriller policíacos y psicológicos que generalmente incluían una persecución y en donde se cumplirían los principios del subgénero, que en la tradición del bildungsroman (novela de aprendizaje) expone que el viaje revela al protagonista y héroe algo sobre sí mismo más que sobre el lugar de destino. Sin embargo, en el caso puntual del filme, estos conceptos más bien se asociaron con otros como el enfrentamiento entre dos fuerzas desiguales, la obsesión, la demencia y, principalmente, la sobrevivencia. Y es que a simple vista, el espectador podrá tener sus dudas de una trama extremadamente simple, y hasta absurda si se quiere, que precisamente basa su efectividad en el hecho de que aparentemente no tiene muchas posibilidades de derroteros que adoptar y aún así se reinventa una y otra vez hasta el recordado clímax. Es más, se puede señalar que el film se concentra en el tema de la persecución precisamente para desarrollarla a un nivel narrativo de insospechada tensión, lo que no le quita su esencia simplista pero tampoco compleja, con otras lecturas metafóricas. La cinta guionizada por el propio Matheson, trata sobre una persecución absurda originada supuestamente por una estupidez. David Mann conduce un Plymouth rojo y debe atravesar el Desierto de California por temas de negocios, dejando atrás a su esposa y, como se verá luego, una pesada discusión. David tendrá la mala ocurrencia, y aquí radicará el asunto en un principio, de adelantar a un camión cisterna Peterbilt, viejo y algo oxidado pero totalmente funcional.
Al principio, todo parecerá una suerte de duelo de egos entre ambos conductores, cuando el camión sobrepase al automóvil y éste nuevamente lo sobrepase, sin embargo, el camión terminará persiguiendo al automóvil durante todo el trayecto, aumentando la intensidad de su acoso, hasta el punto en que se convierta en una persecución psicótica, con el chofer del camión arremetiendo contra el vehículo en el cruce de la vía férrea y contra su conductor mientras intenta comunicarse con la policía en una posada con serpentario incluído. Hay algunos elementos metafóricos interesantes que Spielberg expone y que dan cuenta de que aunque se trate de una propuesta minimalista, hay todo un lenguaje narrativo con cierto nivel de complejidad. Resulta evidente que automóvil y camión constituyen una metáfora de presa y depredador, ya sea en tamaño, ya sea por el orden de persecución, y ello cobrará más importancia cuando recordamos que Spielberg rodaría 4 años después su primer gran éxito, "Jaws" (1975). Sin embargo, habrá otras señales narrativas: al principio el espectador no lo notará, pero en las sucesivas escenas en que se enfoca al camión, se podrá ver que éste tiene varias patentes (placas matrículas) en su carrocería como si se tratase de un depredador que colecciona los huesos de sus víctimas. Lo persigue rabiosamente por el desierto y no descansará hasta cazarlo. Otra escena referencial es aquella en que David, tras haber desenganchado su vehículo del bus escolar al que trata de ayudar a andar, corre desesperado por la carretera ordenándole a los niños que salgan de ella y se suban al bus. Una escena que recuerda evidentemente a Martin Broody sacando a la gente de la playa ante el inminente ataque del tiburón asesino en "Jaws" (1975).
Pero además, el éxito de la trama radica en otras dos situaciones: la manera en que Spielberg concibe la tensión y la posibilidad y credibilidad de toda esta locura. En el primer caso, el director no sólo crea un clima de tensión efectivo en la persecución en carretera sino también en los momentos en los que la trama "toma aire" como, por ejemplo, aquella en la que David se detiene a comerse un sándwich y cree que el chófer del camión, que también se ha detenido, está también en el restaurante. Momento incluso de gran tensión, sobre todo cuando David se agarra a golpes con uno de los tipos que finalmente no es el chófer, y el espectador se queda con las ganas de verle la cara al conductor del camión, gusto al que Spielberg no accede. Y en segundo término, el hecho de que esto pueda darse: como ya mencioné, que el camión empuje al vehículo en el cruce de la vía férrea mientras el tren pasa, la indiferencia de los pocos personajes que deambulan por la carretera (aquellos que atienden el restaurante al paso, la vieja que atiende la posada, el conductor y los niños del bus escolar, la pareja de ancianos que no quieren avisar a la policía), la velocidad que alcanza la persecución (hasta 150 km/h) y el hecho de estar en un escenario desolador en donde nada ni nadie podrá salvarte, si es que en el camino encuentras a alguien que realmente le importe. A propósito, no puedo omitir el trabajo de fotografía de Jack A. Marta, que ofrece diversas perspectivas de la persecución a partir de un escenario con luz natural como lo es la carretera que atraviesa el Desierto de California, desde la perspectiva del automóvil, del camión y una omnipresente que sigue muy de cerca a ambos vehículos por la carretera. A pesar del formato cuadrado para TV, Marta aprovecha al máximo de mostrar lo que el espectador debe ver y de paso ocultar lo que Spielberg no quiere que veamos, como el rostro (y la identidad, con ello) del demente conductor del camión. Otra toma que Marta regala y que quedó para la posteridad es aquella en la que se puede ver el camión dentro de un túnel y en la oscuridad sólo las luces delanteras escendidas, como si se tratase de un felino agazapado, listo para lanzarse sobre su presa.
Las actuaciones son más bien flojas, uno de los puntos que podrían haber hecho de esta película un producto aún más notable y memorable, y queda algo en deuda, es la elección de Dennis Weaver como David Mann (el protagónico). Weaver, protagonista de la serie "McCloud" (1970-1978) que le valió dos nominaciones a los Emmy, queda un tanto al debe fallando en proyectar el carisma que todo "héroe" de la carretera debe tener, además de desesperar por varios momentos con sus manerismos y tics nerviosos. El hecho de que ni aún logrando derrotar a la bestia el espectador llegue a sentir simpatía por su personaje, es reflejo contundente de ello. El reparto, que en realidad tiene muy poca importancia e incidencia, lo completa Jacqueline Scott como la esposa de David. Eddie Firestone quien encarna al dueño del restaurante en donde David se agarra a golpes. Lou Frizzell como el chófer del autobús. Y Lucille Benson que interpreta a la dueña del Snakerama. La banda sonora corrió por cuenta de Billy Goldenberg (Serie "Kojak", 1973-1978) quien recrea, con cierta eficiencia pero no tanta originalidad, elementos clásicos de la partitura de Bernard Herrmann y su inmortal música para "Psicosis" (1960) de Alfred Hitchcock.
En definitiva, entretenido debut de Steven Spielberg en las grandes lides de la TV estadounidense, donde demuestra su talento y habilidad para generar con muy poco presupuesto un convincente y efectivo thriller de carretera. Es la primera toma de la brillantez que el director estadounidense muestra, ya a los veinticuatro años, una poderosa solvencia técnica y una singular capacidad para captar la atención del espectador y hacer que baile a su ritmo. En este caso al son de una sencilla pero inquietante "road movie" que adquiere momentos de enorme tensión. Vale como ejercicio de estilo y como una muy conseguida narración.
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