Para dar mayor realismo a los efectos especiales, el equipo de la película compró un transatlántico y lo hundió de verdad.
Edmond O'Brien se preocupaba demasiado por las precauciones de seguridad, y dejó el rodaje como protesta. Cuando volvió, descubrió que su papel había sido reducido considerablemente y que ya no le necesitaban en el set.