Fantasías de glucosa y color
por Paula Arantzazu RuizLa imaginación de Roald Dahl ha sido una mina para los cineastas de Hollywood. Además de escritor de éxito de literatura infantil (y ex agente secreto del servicio secreto británico), Dahl fue asimismo guionista de cine: suya es ‘Sólo se vive dos veces" (Lewis Gilbert, 1967), así como ‘Chitty Chitty Bang Bang' (Ken Hughes, 1968). Sin embargo, es más que probable que el dinero que producía ‘Charlie y la fábrica de chocolate' fuera el que sustentara su polifacética vida. La novelita, un clásico entre el público menor de quince años, ya fue llevada al cine en 1971 por Mel Stuart y con Gene Wilder en el papel de Willy Wonka, y era uno de los grandes sueños del extravagante Tim Burton. Su adaptación es un viaje lisérgico por un mundo de glucosa cromática, una fantasía de cacao y planos en escorzo musicada por Danny Elfman. Tanta montaña rusa le resta, paradójicamente, ritmo a la cinta y, pese a que Burton imprime la pasión que siente por el relato de Dahl, el largometraje peca de átona sintonía. Un Burton algo diabético.
A favor: Los efectos visuales y el diseño artístico.
En contra: Que la cinta no sea un subidón de azúcar.