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Ozonero
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3,5
Publicada el 19 de noviembre de 2018
El salto tenebroso que pudimos ver en la entrega anterior de la mano de Alfonso Cuarón tiene cierta continuidad en este cuarto episodio de la saga. Momentos más o menos oscuros que van tiñendo la historia de esa dualidad bien-mal que parecen estar conectados. Y aunque no tenga la excelencia en la ambientación de Harry Potter y el prisionero de Azkaban, está lograda, es entretenida y no desmerece la historia y el tono que va cogiendo.
Mike Newell para mí es el que mejor entiende el mundo mágico, con secuencias llenas de vida, conjuntando visuales hermosos y con un soundtrack espectacular. Desde esta película se puede sentir ya este lúgubre ambiente que rodea la película, Si Alfonso Cuarón en la pasada película le da foco por primera vez en esta se encargan de darle protagonismo. Los personajes tanto principales como secundarios tienen un desarrollo mucho mayor, presentándonos tanto sus habilidades como sus rencores, y para mi este es el sub arco más interesante de la misma; ya que vemos sus emociones, ya no son los tres protagonistas contra un mal mayor, son los tres en contra de sus inseguridades de la adolescencia, muy bien representado especialmente en Ron, ya que vemos su lado humano, no dejan de ser simples personas, con problemas "normales" como a quien llevar al baile (Que esa secuencia particularmente me parece fantástica) ya que ahí podemos ver a flor de piel el mensaje de la película que para mi es "No Siempre podemos ser la mejor versión que todos esperan de nosotros" representada especialmente en esa escena con nuestros 3 protagonistas de diferentes maneras. El Conflicto principal no deja de ser menor, ya que vemos a un Harry Potter con todas las habilidades presentadas en películas anteriores, una evolución que da gusto ver, con un momento climático muy bien desarrollado, el inicio de Voldemort, un personaje que junto a Harry vimos evolucionar en las 3 películas anteriores hasta conseguir su forma más poderosa. Para mi en esta película realmente se presenta el mundo mágico, ya sea en sus habitantes (La Escena Inicial) dándole más foco a los personajes secundarios de Hogwarts y con efectos especiales brutales, una película que en su desarrollo te deja sorprendido.
La trama secundaria del adolescente es tratada dulcemente por Newell. Los incómodos bailes y las citas en falso en el baile de la escuela se parecen a las adiciones de otras series menos míticas, y constituyen un bienvenido respiro de la intensa magia del resto de la película.
Confesión: el júbilo juvenil y mágico de las dos primeras películas de Potter me dejó frío. Cualquiera que sea el autor mágico de J.K. Rowling trabajó en la página evaporada en pantalla. Las cosas mejoraron el año pasado con El Prisionero de Azkaban. Alfonso Cuarón, el director mexicano de la película erótica de Y Tu Mama Tambien, dejó que Harry (Daniel Radcliffe), Hermione (Emma Watson) y Ron (Rupert Grint) muestren evidencia de hormonas en su tercer mandato en Hogwarts. Ahora el director Mike Newell (Cuatro bodas y un funeral), el primer británico en dirigir la franquicia británica, hace nuevos avances. Dentro de los límites, por supuesto. El guionista Steve Kloves, siempre fiel a Rowling, no se mete con el sexo abierto. Pero a medida que Harry y sus compañeros se preocupan por quién llevarse a la bola de Yule, no hay duda de los movimientos de la pubertad. Newell también se enorgullece de la acción, organizando un emocionante Torneo de los Tres Magos y una persecución submarina en la que participan espíritus malignos. Lo más aterrador de todo es que Ralph Fiennes hace su Red Dragon como Lord Voldemort, el demonio que mató a los padres de Harry. A Freud le hubiera encantado este cáliz. Con el elenco cada vez más flojo y los juegos mentales más retorcidos, es difícil resistirse.
Harry Potter y el cáliz de fuego a menudo son considerados por muchos fanáticos como el mejor libro de la serie (tal vez, después del libro final). Y hay muchas razones para amar el cuarto año de Potter en Hogwarts. Para empezar, el libro salió justo cuando la fiebre de Potter en Estados Unidos estaba alcanzando su apogeo. Casi todos estaban leyendo el libro: adultos y niños, incluso personas que no habían leído las tres primeras historias. Además, no hay partidos de Quidditch en el libro, a excepción del juego de apertura mucho más emocionante (y narrativo) que establece el tono y el ritmo de la historia en general. También podemos presenciar a Potter cuando se enfrenta a su mayor desafío hasta el momento: enfrentarse cara a cara con El que no debe ser nombrado, el malvado mago. Voldemort (interpretado por Ralph Fiennes ).
Confesión: el júbilo juvenil y mágico de las dos primeras películas de Potter me dejó frío. Cualquiera que sea el autor mágico de J.K. Rowling trabajó en la página evaporada en pantalla. Las cosas mejoraron el año pasado con El Prisionero de Azkaban. Alfonso Cuarón, el director mexicano de la película erótica de Y Tu Mama Tambien, dejó que Harry (Daniel Radcliffe), Hermione (Emma Watson) y Ron (Rupert Grint) muestren evidencia de hormonas en su tercer mandato en Hogwarts. Ahora el director Mike Newell (Cuatro bodas y un funeral), el primer británico en dirigir la franquicia británica, hace nuevos avances. Dentro de los límites, por supuesto. El guionista Steve Kloves, siempre fiel a Rowling, no se mete con el sexo abierto. Pero a medida que Harry y sus compañeros se preocupan por quién llevarse a la bola de Yule, no hay duda de los movimientos de la pubertad. Newell también se enorgullece de la acción, organizando un emocionante Torneo de los Tres Magos y una persecución submarina en la que participan espíritus malignos. Lo más aterrador de todo es que Ralph Fiennes hace su Red Dragon como Lord Voldemort, el demonio que mató a los padres de Harry. A Freud le hubiera encantado este cáliz. Con el elenco cada vez más flojo y los juegos mentales más retorcidos, es difícil resistirse
La cuarta novela fundamental en el cuento de siete partes del entrenamiento de Harry Potter como mago y su mayoría de edad. Harry quiere alejarse de los Dursleys perniciosos e ir a la Copa Internacional de Quidditch con Hermione, Ron y los Weasleys. Quiere soñar con Cho Chang, su enamorado (y tal vez hacer más que soñar). Quiere descubrir el misterioso evento que se supone que tendrá lugar en Hogwarts este año, un evento en el que participarán otras dos escuelas de magia rivales y una competencia que no se ha llevado a cabo durante cien años. Quiere ser un mago normal de catorce años. Desafortunadamente para Harry Potter, no es normal, ni siquiera por estándares de magia. Y en su caso, diferente puede ser mortal.
Bienvenidos a uno de los años más sombríos y oscuros de Hogwarts.
Mike Newell asume el relevo de Alfonso Cuarón en la dirección y, aunque mantiene ese tono sombrío y gótico heredado de 'El prisionero de Azkaban', lo adapta a su propio lenguaje visual, más crudo y tangible. Junto al guionista Steve Kloves, el director construye una historia que abandona el aire inocente de los primeros años en Hogwarts para adentrarse en una etapa más violenta y emocionalmente madura.
La película apuesta por una narrativa centrada en el presente, donde el peligro es más inmediato y la amenaza se hace corpórea. Aunque no indaga tanto en el pasado ni en la mitología del universo como entregas anteriores o posteriores, 'El cáliz de fuego' consigue sostener el interés a través de sus personajes y la tensión constante que los rodea. Es admirable cómo la saga consigue reiterar una misma premisa —la lucha entre Harry y su eterno antagonista— sin sentirse repetitiva, sino reinventada mediante enfoques nuevos y escenarios más intensos.
El tratamiento de la magia también evoluciona: deja de ser un elemento encantador para convertirse en un poder con consecuencias reales y fatales. Las escenas del torneo son un ejemplo sobresaliente de puesta en escena y despliegue técnico, tanto en efectos visuales como en dirección de arte. Sin embargo, pese a su espectacularidad, la trama puede sentirse algo irregular, con ciertos pasajes más pesados y menos envolventes que en otras entregas.
A nivel actoral, el elenco continúa creciendo con solidez. Se nota la madurez interpretativa del trío protagonista y la integración cada vez más orgánica del reparto secundario. La fotografía de Roger Pratt refuerza la estética oscura que Michael Seresin instauró en la anterior entrega, consolidando definitivamente el estilo visual que marcaría el resto de la saga. La banda sonora, más sombría y contenida, acompaña con eficacia el tono de la historia y anticipa que la magia luminosa de los comienzos ha quedado atrás. Patrick Doyle adapta la composición de John Williams con destreza para presentarnos una nueva sin cambiar la original. Asombroso, siempre me ha parecido espectacular.
La trama, por momentos, se vuelve más pesada y pausada que en anteriores entregas, quizá porque dedica demasiado tiempo a desarrollar el contexto del torneo y sus pruebas, lo que ralentiza el avance emocional de la historia. No llega a resultar aburrida, pero sí transmite cierta sensación de agotamiento narrativo, como si el guion se recreara demasiado en la espectacularidad y perdiera algo del pulso que caracterizaba a las anteriores.
'Harry Potter y el cáliz de fuego' no alcanza la profundidad ni el ritmo de las mejores películas de la saga, pero conserva una identidad poderosa. Su mérito radica en mantener el equilibrio entre el espectáculo visual y la progresiva madurez del relato, incluso cuando el conjunto resulta algo más tedioso. Aun con sus imperfecciones, sigue siendo una pieza sólida dentro del universo cinematográfico de Harry Potter, y una de las más valientes en cuanto a transición narrativa y tonal.