Horace Pinker trabaja como técnico reparador de televisores, pero es en verdad un asesino en serie que se aprovecha de que la gente le abre las puertas de sus casas para asesinarla. Sus últimas víctimas son la familia adoptiva de Jonathan Parker, que se alegra mucho de que al fin sea detenido y ejecutado en la silla eléctrica. Cuando le introducen miles voltios de corriente no muere más que su cuerpo porque su espíritu malvado sigue vivo a través de la electricidad, de ahí que sus horribles crímenes se sigan sucediendo, cometiéndolos otras personas, ya que su energía pasa de cuerpo en cuerpo para realizarlos. Jonathan, que mantiene una conexión psíquica con Pinker hará lo posible para que su padre adoptivo, que se libró de morir bajo el filo de su cuchillo, lo atrape y destruya definitivamente.
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