Abuela con temperamento y nervio pero, sin dinero.
Cinco horas de compañía de una peculiar abuela con su urgida y necesitada nieta, para hacerse una idea de la vida general de éstas y de las decisiones tomadas, mientras tanto, por el camino; una urgencia familiar, de una joven en apuros, hará que la matriarca familiar tome cartas en el asunto, al tiempo que muestra la categoría y vigorosidad de una marcada personalidad que arrasa y deja huella por donde pasa.
Tres generaciones de mujeres emparentadas, no obviar a la madre que queda entre ellas, para hacerse una leve idea de sus relaciones y del recorrido tomado por las mismas, especialmente la líder, gran protagonista de toda la frenética carrera.
Lectura de un presente, tenso y ardiente, que no adentra en demasía en sus vidas personales, únicamente ofrece la mínima información para confeccionar un telar con sus puntos claves, realistas, serenos y tratados con la dignidad de una normalidad que no debería destacar pero, por desgracia de un lento avance de esta sociedad, aún lo hace.
Sustenta todo su poder, gracia y atractivo en esa carismática figura, de acento fuerte y carácter señalado, que desprende ira y cabreo con el mundo, pues falta en él lo más importante, su amor de 38 años y de una feliz vida compartida.
Lily Tomlin, explosiva, intolerante, ardiente, impulsiva..., única para exhibir esa determinación y voluptuosidad de quien está pasada de todo y vive lo que le queda con aguante y muy mala leche, rapidez furtiva para exhibir esa evolución feminista y el derecho ganado a tomar sus decisiones con naturalidad, sin exageraciones ni dramatismo, pero sí con una clara precipitación, dado el justo tiempo con el que se cuenta.
Una sincera exposición de sentimientos y emociones, de rencores y cuentas pendientes, de lastimosas decisiones que marcan una existencia; honesta, sencilla, cómica en su tragedia, trágica en la distancia relacional que une a este clan descendiente cuya mayor es la piedra angular que inició una educación, estilo y libertad de opción aquí tratados con la calma, costumbre y franqueza que debería existir hoy en día.
Un hombre, Paul Weitz, como director y escritor de sencillos personajes femeninos que dicen mucho con su porte, anclaje y comunicación seca; no necesitan más, es llana, fresca e íntegra, no hace gala de valentía ni empuje porque, narra lo que gusta expresar con la sinceridad tranquila de quien lo tiene todo asumido y es parte de su rutina; no hace propaganda de nada, ni tampoco reivindica, no juzga ni moraliza, expone a una abuela/madre/nieta y las difíciles elecciones llevadas a cabo entre amoríos, traiciones, decepciones y desengaños.
Con modestia, traspiés y atropello enlaza, la cara curtida de una mujer experimentada, con la piel tersa de quien está empezando su andadura y la madurez carnal de quien está entre ambas; una comodidad curiosa y óptima que no alcanza estallido ni devora, pero sirve como pasatiempo ameno y grato, breve pero válida por el desparpajo de su comandante y por la aceptación, sin complejos ni turbación, de su elegida travesía.
Echarle un vistazo y saber de ellas es fácil y no se lamenta.
Lo mejor, la sinceridad con la que expone su presente.
Lo peor; una aceleración de poca duración.
Nota 5,8