"Oldboy" es un entretenido e interesante thriller de venganza, dirigido por Park Chan-wook. Oh Dae-su es un padre de familia que de repente es secuestrado y encerrado por 15 años en una celda, en la que sólo tiene acceso a la televisión. Sin saber la razón por la que está encerrado, un día cualquiera será liberado y comenzará a investigar las causas de su encierro. Animado por el enorme éxito de “Sympathy for Mr. Vengeance”, primera entrega de la llamada “trilogía de la venganza”, Park Chan-wook se pone a trabajar en una segunda entrega, a partir del manga publicado por Garon Tsuchiya en 1997, donde un tipo es secuestrado y mantenido cautivo en una prisión de la Yakuza japonesa para ser liberado 15 años después sin explicación alguna. Luego de salir, conocerá a una joven con la cual establecerá una relación de pareja, mientras investiga las razones de su encierro y busca venganza por tantos años de confinamiento. Estas premisas narrativas son las bases que el director tomará del manga para configurar una demencial historia de venganza de cultivo personal, en donde un hombre maduro, es secuestrado por unos desconocidos y confinado a años de encierro, para ser liberado y enterarse que su esposa está muerta y su hija ha sido adoptada y llevada a Suecia. Lo peor es que la policía cree que él la asesinó y está detrás de sus pasos. Llevado por la desazón y la ira, Oh Dae-su iniciará una investigación para llegar al origen de su rapto, mientras parece haber encontrado el amor nuevamente en una joven empleada de una cafetería.
El filme, comienza de menos a más, y el hecho de que sólo tome la premisa argumental del manga en los primeros 15 a 20 minutos, habla de la acertada decisión y habilidad de su director para construir una historia que pasa de una intriga dosificada a algo francamente demencial con el descubrimiento que hace Oh Dae-su sobre la identidad de Mido, su nueva amante. Sin embargo, en ello, lo más destacable es su habilidad para hacer que la venganza aparente ser el principal leitmotiv para desvelar en la segunda mitad de la cinta, una conducta vengativa previa que justifica el encierro de Oh Dae-su, y contrapone las venganzas. Así, el que parecía ser meramente una víctima pasa a adoptar un rol más bien intermedio porque generó, sin estar consciente realmente del alcance de sus actos en el pasado, una desgracia previa que justificó la venganza de Lee Woo-jin. La temática de la venganza ha sido llevada al hastío en el séptimo arte y sin embargo, hay directores que hoy en día se las arreglan para presentar historias altamente dramáticas, en donde lo más interesante es la forma en que cada director expone la construcción del héroe vengador. Y es que el tratamiento que el director dará a Oh Dae-su, será más enfocado al aspecto emocional que al maquiavélico, a diferencia de las otras dos entregas. La principal fuerza alimentadora de la venganza va estrechamente ligada a la demencia y la locura que la falta de avances en encontrar la verdad va mermando la cordura.
El mismo personaje habla de que todo esto lo ha convertido en una bestia y la violencia explícita de la película es bastante elocuente, desde la escena en que le saca los dientes a un tipo con la parte trasera de un martillo hasta aquella de la mutilación de la lengua. Otro de los méritos de la cinta es su fotografía, dónde logra otorgarle una fuerza visual realmente destacable, con una armonía y naturalidad que alcanza por momentos cierto nivel épico, como la recordada y famosa escena en la que Oh Dae-su se abre paso entre medio de una turba de matones con solo un martillo, logrando salir apenas airioso entre golpes, patadas y apuñaladas, y otras bastante más mundanas pero impactantes, como cuando se come un pequeño pulpo crudo, mientras los tentáculos del octópodo se retuercen en su rostro. La banda sonora estuvo a cargo de Jo Yeong-wook, habitual colaborador de Park Chan-wook, quien opta por una ecléctica colección de temas, que combina el vals clásico con sonidos más bien modernos y electrónicos. El film fue nominado a la Palma de Oro del Festival de Cannes de 2004, sin embargo al final se quedó con el Gran Premio del Jurado. Fue premiado también el Festival de Cine Asia-Pacífico, el Festival Internacional de Cine de Bergen (Noruega), Festival de Cine de Estocolmo (Suecia), Premios del Cine Europeo y British Independent Film Awards, entre otros, además de ser premiado como mejor película en el Festival de Cine de Sitges.
Las actuaciones son correctas, tiene en su protagonista uno de sus grandes pilares. Min Sik Choi interpreta a Oh Dae-su, un hombre confundido y cegado por la sed de venganza, convertido en la práctica en una bestia lastimada, que terminará más horrorizado por las causas de su encierro que por los principios de su venganza. Su contraparte es Woo Jin-lee, interpretado por Yoo Ji Tae, que aparece como un villano arrogante pero muy inteligente, que ha planificado una enfermiza e increíble venganza contra Oh Dae-su. Si bien merecía más pantalla, pero entendiendo que la trama demandaba que apareciera más bien en la segunda mitad del film, Yoo Ji Tae logra hacer que el espectador tienda a equilibrar sus sensaciones hacia su personaje, cuando se descubre la verdad. Kang Hye-jung, finalmente, interpreta a Mido, la nueva pareja de Oh Dae-su, empleada de una cafetería, que simpatiza y ayuda en su misión vengativa, sin saber que comparte un horrible secreto.
En definitiva, una entretenida y lograda película de venganza, que tiene el gran mérito de retratar la conducta más humana detrás de la búsqueda de la venganza, y la de convertir una trama de interés en progreso en un desenlace realmente brutal y demencial. Una tortura psicológica, violenta, ácida, extravagante, morbosa y corrosiva. Es por tanto ese espíritu viejo, el de todos nosotros, que alcanzó el ocaso de su vida cuando la sed de venganza lo consumió completamente. Exactamente en el mismo momento en que aprendió que perdonando se vive mejor.