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    La última casa a la izquierda
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    La última casa a la izquierda

    Repite: es sólo una película, es sólo una película...

    por Eulàlia Iglesias

    Wes Craven siempre ha confesado que 'El manantial de la doncella' de Ingmar Bergman fue la inesperada inspiración para 'La última casa a la izquierda', su debut en la pantalla que marcaría un antes y un después en el cine de terror norteamericano. En la película del sueco, un padre ve tambalear sus profundas convicciones religiosas cuando unos desalmados violan y asesinan a su virginal hija, hasta el punto que el hasta entonces hombre de bien emprende una furiosa venganza contra ellos. Craven traslada este conflicto de la Suecia medieval y puritana a los Estados Unidos donde el sueño hippie había dejado paso a la pesadilla del Vietnam.

    La base argumental se mantiene intacta: una convencional pareja de padres se tornan bestias vengativas ante los asesinos de su hija y la amiga de ésta. Pero la forma es completamente distinta. Muy lejos de la ascética puesta en escena de Bergman, Craven fijó con este film una práctica del terror bruto y descarnado, donde la violencia se mostraba con la misma explicita brutalidad con que las noticias televisivas enseñaban las atrocidades de la guerra. Rodada en 16 mm, como si de un film exploit se tratara, los defectos de producción han acabado jugando a favor de la película. 'La última casa a la izquierda' abandona cualquier intento de estilización para recrearse en el horror en su manifestación más cruda y perturbadora. Craven explotó con esta película el camino que inauguró George A. Romero con 'La noche de los muertos vivientes' y que Tobe Hooper llevó a su zenit en 'La matanza de Texas'. El cine de terror ya no ha vuelto a ser el mismo.

    A favor: Las escenas de violencia siguen resultando igual de incómodas.

    En contra: Que la cutrez del film moleste a espectadores acostumbrados a producciones mucho más pulidas.

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