Adiós al sueño americano
por Marcos GandíaSiempre he tenido una comprensible curiosidad cuando un actor se pasa al otro lado de las cámaras convirtiéndose en director. Me interesa, más allá de si lo hacen bien o mal, de si nos regalan películas más o menos apreciables y/o interesantes, la razón por la cual debutan con un determinado film, en un determinado género, explicando una determinada historia. En ello me gusta ver qué tipo de intereses y gustos mueven a actores que pueden tener una imagen concreta, una filmografía concreta, unos antecedentes más o menos reconocibles, y que sin embargo al hacerse directores optan por unos mundos alejados de lo que esperábamos de ellos.
Un poco de eso hay en la decisión de Ewan Mcgregor, actor que igual está haciendo el loco con Danny Boyle, cantando con Baz Luhrmann o vistiendo los ropajes jedi para George Lucas, de enfrentarse (y lo de enfrentamiento no es gratuito: hay una lucha constante entre el texto original, el guión y la manera en la que McGregor interviene) a una novela nada fácil como es la pastoral americana de Philip Roth. Roth es un autor complicado a la hora de querer llevarlo a la gran pantalla (no hace falta que les de ejemplos, vengan de veteranos solventes como Robert Benton en La mancha humana o de marisabidillas como Isabel Coixet en Elegy) y su crónica personal más que colectiva (la colectividad, el marco histórico y paisajístico de Pastoral americana es algo así como un coro griego que a ratos subraya y a ratos saca de órbita al relato) sobre los años de la contracultura estadounidense no era la elección más sencilla para un realizador novel como Ewan McGregor. No obstante, que el intérprete lo haya hecho dice mucho sobre cómo es, y que lo haya hecho como lo ha hecho, todavía más.
Ilustrador epidérmico de la letra más que del espíritu del relato de Roth, McGregor no ha echado mano de las enseñanzas de los directores que ha tenido como actor a lo largo de su carrera y ha optado (además de por demostrar un tacto verdaderamente humilde en el trabajo con los actores de su película) por alejarse de ellos. Alejarse incluso de un Ang Lee que había sonado como posible firmante de American Pastoral y que viendo La tormenta de hielo y Destino: Woodstock quizás no lo hubiera hecho mal. Ewan McGregor toma como modelo inspirador en esta crónica del fin de los sueños y de una manera de vida a Joseph Losey, al Losey de un film británico de época como El mensajero, pero cuyo mensaje está muy cerca de una Norteamérica como la retratada en este largometraje.
A favor: la sobriedad de McGregor como director.
En contra: la novela sigue estando mejor y temiendo más lecturas.