Resulta increíble cómo las puertas abiertas al éxito nunca son un argumento sólido como para tomarse todo a la ligera y explayarse con absoluta libertad de expresión. No en vano quedando una secuela tan fenomenal como la que realizó Sam Raimi en 2004, pero sí un tanto afectada teniendo en cuenta su trascendental desarrollo y la inteligencia plasmada por el director para que, en cuestión, una tercera parte se plasme con grandilocuencia en cuanto aspecto se halle inmersa. Pero en efecto, el Hombre Araña 3 peca, en casi todos sus sentidos, de no ser más que el resultado más vívido y representativo de lo que es pasar del éxito al fracaso, inclusive con tanto dinero en sus bolsillos. Lo único que uno rescata, es a un pobre Sam Raimi que no tuvo más que aceptar los aprietos de una siempre "arruinalotodo" Sony, viendo al superhéroe arácnido como un fruto exprime ganancias y anulando todo el acercamiento y afinidad previamente encontrados. Sí, Spider-man 3 es una penosa adaptación. Por lamentable que sea, y por más amarguras que surjan cuando uno recuerdo lo imprescindible que fue el camino para que esta tercera continuación tenga los condimentos más sólidos y potentes de toda la franquicia, pero sólo quedándose con el premio consuelo de un fortificante pasado.
Spider-man 3 es la alteración por excelencia que desenmascara la contracara de toda superproducción. Por un lado, un ambicioso director que entendía de pies a cabeza lo que su esquema requería, pero por el otro, una avariciosa industria cinematográfica con el único objetivo de explotar a una icónica y emblemática figura del cómic. Porque Raimi quería una cosa, pero Sony -claro- quería otra, y como el poder económico ha de mandar en un embustero mundo liderado por el dinero, el director no tuvo más alternativa que dejarse llevar por los pedidos de los mandamases. ¿A qué pedidos nos referimos? La inclusión de torpes anomalías que tan sólo diluirían a una base estructurada y con antelación planificada. ¿Cuál es la razón que uno encuentra para que tanto Venom como Sandman den su bienvenida en Spider-man 3? ¿Acaso es algo de genios el enterarse que ambos papeles serían tan solo una intrusión en una argumentación en la que no cabía más lugar que el desde ya relegado Nuevo Duende? Aparentemente, Sony lo previó como algo genial, lejos de su catastrófico finalizado.
Tampoco uno puede culpar a Topher Grace por no parecer para nada a Eddie Brock, y pobrecillo Thomas Church, quien haciendo todo lo posible por rescatar una minúscula parte de la esencia de su personaje, se queda estancado por no poder encajar sutilmente en la trama, y apenas queriendo hacerse un hueco con la pasable mención de ser el verdadero asesino del tío Ben (realmente Sony sacó un conejo de la galera aquí). Church realiza una de las más crudas y creíbles interpretaciones que nos recuerda muy profundamente a la excepcional acometida del Doctor Octopus en su secuela, porque toma prestada la humildad y el perfil bajo de Molina -alejándose certeramente, en opinión propia, de la maliciosidad mostrada por Stan Lee en los años 60'- y nos regala una historia muy humana y afectiva, de las más emocionales que este género ha dejado, y es lamentablemente que Spider-man 3 no tenga lugar para darle la profundidad y la dedicación que merecería. Por su parte, Topher Grace poco logra relucir de un papel que, con previo aviso, advierte características muy diversas a las que el actor rasgó, pues a diferencia de Thomas Church bajo el alter ego de Flint Marko, Venom eventualmente es de esos peculiares personajes que se prefieren bien ligados a su origen. ¿Qué hay de James Franco? Tal vez, el único enemigo de toda esta trama que funciona a pesar de estar completamente marginado, pero sirve de consuelo ya teniendo una previa base en sus espaldas. James no consigue que su acometida antagonista sea lo suficientemente tenaz bajo su atuendo de Duende Verde, aunque en efecto, se vuelve una pieza clave en el rompecabezas que posteriormente prevalecerá, apropiándose de un buen rato del protagonismo que le era propio por una simple cuestión de lineamiento argumental.
En síntesis, Spider-man 3 sólo se deja piropear por las inapelables escenas de gran acción y un final que, sobrecargado de material y figuras innecesarias, igualmente brinda un espectáculo digno de mención. Por lo que respecta luego, ni de cerca encuentra una senda que le sea justa y sólida, cargando una narrativa con excesos de personajes que tan sólo dan acto de presencia para expander este universo (Bryce Dallas/Gwen Stacy no es culpable del impresentable guión de esta película), emergiendo un puñado de villanos que para nada acompañan la línea de esmero que pactó Raimi en su momento, con un Eddie Brock que no le hace justicia a su contraparte comiquera, un Sandman con excepcional potencial que sin dudarlo habría tenido mayor encarrilamiento a disposición de tiempo, y por ende, una historia que intenta a como de lugar sostener un sin fin de avenidas que solamente afectan al resultado de un filme que tenía material de sobra para convertirse en otra Obra Maestra tal como lo fue su predecesora. Es entretenida, quizá roce la excelencia para todo aquel no entendido sobre las tapas comiqueras a través de un empuloso catálogo de grandiosos trances de violenta acción y un pomposo humor, pero se niega con lujo de detalle a estropear todo lo que con paciencia se había empleado.