En los límites del relato
por Paula Arantzazu RuizTras una serie de rutilantes años de festival en festival y de premio en premio, Agustí Villaronga regresaba a la gran pantalla con esta propuesta que suponía un giro radical estético y de puesta en escena en su filmografía, un falso documental realizado a partir de tomas de muy distintos formatos -algunos rodados bajo los códigos del género de no ficción, otros según las normas de las clásicas reconstrucciones de hechos pasados- con el que, como quien construye un puzzle, enseñar las aristas y perturbaciones de un supuesto asesino en serie, Aro Tolbukhin, un tipo húngaro que a finales de los años 70 quema a un hospicio guatemalteco con siete personas dentro. Villaronga plantea de este modo un dispositivo harto sofisticado, novedoso dentro de la tradición cinematográfica patria hasta el momento. En este sentido, el arranque es espectacular y hasta bien entrada la película Villaronga consigue llevar la verosimilitud hacia sus propios límites, es decir, consigue que el espectador crea que la narración que está viendo es veraz. Es una lástima que a la hora de responder los porqués del protagonista y de su violencia, el cineasta opte por caminos algo obvios.
A favor: Lo inusual de la propuesta y el riesgo de Villaronga. El homenaje a Bergman en el segundo tramo del filme.
En contra: Las explicaciones a la imbricada personalidad del protagonista.