"Million Dollar Baby" es una historia de amor sobre una persona atormentada por su falta de comunicación con su hija. Que descubre a una hija adoptiva en esa chica obsesionada con dejar huella en el mundo del boxeo. Una historia de superación, que traspasa nuestras pantallas, consiguiendo que el espectador se impregne de ese positivismo que desprende Hilary Swank. Es un film que se ve sin lágrimas en los ojos, pero con la certeza de que un nuevo golpe en la siguiente escena dejara K.O al espectador más curtido. Con una dirección tan elegante como precisa, la cámara vuela de un sitio a otro sin que nos demos cuenta. Con una música tan simple, tan sencilla que parece imposible que sea tan mágica y desgarradora. Obtuvo, entre otros premios, 4 Oscar (película, director, actriz principal y actor secundario) y 2 Globos de Oro (actriz dramática y director).
Con el boxeo como vehículo para desarrollar sus habituales tópicos: la lealtad, la redención, el sacrificio para lograr lo deseado, el perdón, el precio de la vida, las relaciones familiares y la muerte. Aquí también recrea magistralmente el ambiente del boxeo con todos sus códigos. Todo aquí es motivo de admiración, desde su historia maravillosa con un guión espectacular, hasta el tratado de la prodigiosa dirección de Eastwood. La profundidad de los temas que se tratan se ven tan complejos y a la vez tan sencillos que parece que uno es parte de la misma, que aunque no nos guste el boxeo quisieramos coger unos guantes y pelear, siempre es la lucha, por vivir, por dinero, por el reconocimiento o por pura diversión, lo difícil es hacer que pensemos en esa lucha sin darnos cuenta meternos en una historia que no cae en el sentimentalismo barato ni en la autocomplacencia.
El film juega con el espectador, creemos que es la clásica historia de boxeador entrenado por un cascarrabias que gracias a su empuje y tesón llega a lo más alto. No doy nombres, hay decenas de filmes, y aunque solo fuera así hubiera quedado contento por la forma tan humanista e intimista que Eastwood nos lo relata. Pero en el tercio final la cinta vira y hace que se nos clave un aguijón perenne en lo más hondo de nuestros sentimientos, haciendo eterna la historia en nuestro subconsciente, ello lo hace sin acudir a la sensiblería, ni al maniqueísmo fácil, lo hace con nobleza. Nos obsequia con una densa historia bañada en una tremenda nostalgia, un tsunami de melancolía recorre cada fotograma, sobre un tipo en el ocaso de su vida que encuentra en una chica el motivo para la redención de sus pecados, una perdedora solitaria que busca un sentido a su patética vida peleando, física y espiritualmente. Y el tercer vértice es la voz del sabio crepúsculo, un anciano tuerto, un Polifemo que es la voz de la experiencia, de una vida que le ha golpeado pero no vencido, personas que por más bajo que estén serán íntegros y alzaran la cabeza, serán una familia.
Las actuaciones son magníficas, Hilary Swank está sublime, diría que el mejor papel de su vida. Tuvo que ganar 20 kilos de masa muscular para prepararse para esta cinta. Vemos como a lo largo de todo el largometraje no deja de mostrar ni un segundo su valentía, su entusiasmo, su forma tan positiva de ver la vida, no se viene abajo en ningún momento. Logra transmitir esa alegría, cariño, entusiasmo a Frankie, (Eastwood) quién poco a poco va demostrando que él también tiene un corazoncito y que le importa algo más que una simple pelea. Su actuación es sólida, precisa, sútil y medida. Que vamos a decir a estás alturas del gran Clin Eastwood... Es un genio. Morgan Freeman lo hace excepcional. Con una interpretación mágica, sorprendente, adictiva y con una nobleza difícil de admitir en un actor. Si un Oscar estaba claro este año era el de Freeman, pocas veces un actor ha hecho tanto con tan poco. Porque desde el primer minuto te das cuenta que esa es la premisa general de toda la película, hacer de la nada un todo que te ahoge en un mar en el que no existe la calma a pesar de la tranquilidad de las olas.
En definitiva, una buena historia muy bien contada y muy bien interpretada. Me cautivó desde el primer minuto hasta el último, es de esas historias que no te dejan indiferente. Disfruté de las magníficas interpretaciones de estos tres grandes actores y de una dirección impecable, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados Eastwood. Otro clásico recién nacido, un drama narrado para saborearse con ese tono tenebrista, lúcido, amargo, melancólico, tristón pero tan maravillosamente reconfortante y plenamente emocionante.