Simulacro de gran cine
por Diana AlbizuNueva adaptación de la novela homónima con la que Robert Penn Warren ganó el Pulitzer, que el director y guionista Steven Zaillian lidera en una de las producciones más cuidadas de Hollywood de la década de los 2000s. Sin embargo, el recuerdo del clásico 'El político', de Robert Rossen, que en 1949 ya había fijado la historia del gobernador Willie Stark en el imaginario cinematográfico gracias a la interpretación de Broderick Crawford. En esta ocasión es Sean Penn quien toma el papel del hombre humilde elevado a figura política de alto nivel, populismo y manipulación. Lo que en principio estuvo basado en la figura real de Huey Long, en manos de Penn se convierte en un recital histriónico en el que es imposible no ver cómo afloran todos los tics y ambiciones actorales del intérprete. Puede que sea buena metáfora de los problemas de una película empeñada en destacar tanto que termina ahogada por su propia insistencia.
Zaillian decide mantener el relato en la pantanosa Louisiana original, pero adelanta el marco temporal de la Gran Depresión a los años 50, un cambio que no molesta pero tampoco parece aportar excesiva distinción. Con intérpretes rocosos y sólidos desde los papeles principales (Jude Law, Kate Winslet, Patricia Clarkson, James Gandolfini) hasta los menos importantes (Mark Ruffalo, Anthony Hopkins), el elenco encabezado por Penn apunta alto pero no logra cohesionar, hacer un buen trabajo de grupo. Lo mismo se puede decir de la inspirada partitura de James Horner o la fotografía brumosa de Pawel Edelman. La sensación final es de estar ante una potencial gran película empeñada en no serlo; o simplemente ante un simulacro de lo que podría ser gran cine comercial en el seno de Hollywood.
A favor: Kate Winslet siempre es un valor seguro. Lástima que le den poca cancha.
En contra: La incapacidad del filme para sacar partido de sus grandes recursos.