Un grupo de terroristas internacionales formados por cubanos y nicaragüenses financiados por la U.R.S.S. (y la China, Vietnam y Corea del Norte si alguien me apura) preparan la invasión de los Estados Unidos. Para hacerlo no se les ocurre mejor momento que el del turrón, con lo cual pillan a la mitad de la población indefensa (por el consumo de ingentes bebidas alcohólicas y pavo), que no sabe cómo reaccionar ante el nuevo orden mundial que se les presenta. La resistencia no está preparada... pero sí Chuck Norris, que interpreta a un mercenario que con otros cuatro amiguetes tan patriotas como él consigue desbaratar los planes de estos comunistas. Divertida a rabiar (es ciencia-ficción mezclada con acción de la Cannon), destaca la sobria (como siempre) interpretación de Norris, la barriada de casas que comprada por la productora fue destruida para hacer el filme y el apoyo del ejército norteamericano que prestó parte de su material (incluidos tanques y tanquetas), para demostrar que aún en Navidades, un solo americano basta para defender su país.
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