Neil Burger nos trae "El ilusionista", una película bella, elegante, romántica y mágica. Estos son los cuatro adjetivos que en mi opinión mejor definen esta cinta. Además, la misma presenta una trama de misterio e intriga que contribuyen a mejorar el resultado global del film, basado en la obra de Steven Millhauser "Einseheim", El ilusionista. Burger se acoge a la reflexión sobre la ilusión del arte y su relación con el poder. Más que la construcción de la magia, lo que le interesa son los efectos que causa en la gente que se embelesa por ella, analizar la credulidad del espectador ante tal experiencia, pero sobre todo, entretener.
Ambientada en la Viena de 1900, el filme cuenta la historia de un mago que se gana la vida en los teatros de París con sus números de magia, entre malabaristas, acróbatas y ventrílocuos. Los nuevos espectáculos y la tecnología, irrumpen con fuerza desplazando a las actuaciones tradicionales, como es la del El ilusionista, fuera de los grandes escenarios. A través de las imágenes y escenas bien compuestas acompañadas de una excelente banda sonara, nos cuenta una historia de bondad y miseria humana, cargada de sentimiento y humor, donde los personajes animados se mueven, respiran y viven en un mundo real a pesar de estar todo maravillosamente dibujado.
Es cierto que la historia de amor en sí es un desencadenante que se nos presenta como un adorno cogido con pinzas. Pero no parece que eso sea lo que busque el film, que se centra en sus asombrosos y sorprendentes trucos de magia, sus misteriosas prestidigitaciones, sus crecientes misterios, sus investigaciones y sus averiguaciones con sus sorpresas, desconciertos, elucubraciones, incertidumbres, nerviosismos y golpes de efecto pertinentes. Es atrapante de principio a fin, tiene un ritmo progresivo adecuado que no da lugar a puntos muertos. El director narra con cuidado, y sabe como llevar la trama a la perfección imprimiendo tensión dramática y misterio en todos sus momentos que se envuelven en una ambientación deleitosa, una cinematografía notable y elegante, una hermosa fotografía y una delicada pero gustosa banda sonora.
Las actuaciones son magníficas, notable trabajo de los cuatro protagonistas principales: Edward Norton, hace una interpretación sublime como "Eisenheim", incluso llegó a trabajar con Ricky Jay, para aprender prestidigitación y saber como se comporta un mago en escena. Jessica Biel está fantástica, dio vida con gran elegancia a la Baronesa Sophie. Rufus Sewell encarnó al Príncipe Leopold, el “villano” del film, un papel poco agradecido y en cierta manera complejo y triste. Lo hace francamente bien. Y finalmente, Paul Giamatti se metió en el rol del Inspector Uhl, el encargado de investigar y echar por tierra el trabajo de Eisenheim al que Leopold considera una verdadera amenaza contra su persona y contra la propia Corona. El papel le viene como anillo al dedo.
En definitiva, una obra llena de magia, de efectos especiales bien realizados. Pero también nos muestra otros valores: como el amor desde la infancia, la avaricia por el poder, la lucha de clases entre ricos y pobres. Destacando sobre todo, por la manera en que desarrolla la trama principal. Todo está perfectamente elaborado y encajado para brindarnos ese fantástico final. El cual como si de un gran truco de magia se tratara nos dejara con la boca abierta. Fue hecha con el propósito de tener al público impactado desde su principio hasta su increíble final y no decepciona. Una historia con elegancia y estilo, unas actuaciones sobresalientes, música a medida, una exquisita fotografía, y una fabulosa ambientación. Dónde abunda la magia pura o al menos eso queremos creer.