La fotógrafa de los otros
por Israel ParedesSteven Shainberg debutó en la dirección con la muy notable Secretary, película inscrita en cierto modelo de cine independiente que jugaba a la perfección con la comedia negra mediante una historia morbosa, inquietante, muy sensual y francamente interesante. Para su siguiente película, en 2006 (no ha vuelto a dirigir nada desde entonces...), se lanzó a la difícil tarea de realizar un biopic poco usual de una artista también poco usual. Se trata de Retrato de una obsesión (Fur) y de la artista Diana Arbus, interpretada por Nicole Kidman con total desenvoltura. Arbus, que logró su fama como fotógrafa mediante un trabajo original y transgresor, retratando la marginalidad y la fealdad desde una perspectiva estética rompedora que inquietaba al burgués bienpensante al poner en primera plano de la actividad artísticas figuras y formas humanas hasta ese momento marginalizada del debate social y artístico. La película de Shainberg viene a ser una suerte de recuento de cómo Arbus llegó a ser la artista que fue. Para ello Shainberg despliega un artefacto fílmico que intenta reproducir con la mayor cercanía el mundo estático de las fotografías de Arbus. El problema reside en que para ello opta por lo onírico, casi por lo espectral, cuando en realidad el trabajo de Arbus irradia material, plasticidad, lo real, aunque en su vía menos convencional, se presenta en toda su intensidad. Abstraerse de esa materialidad, acaba siendo un horror, en tanto a que convierte a la fotógrafa en algo cercano a una visionaria, cuando en realidad fue alguien que vio aquello que estaba ahí pero nadie quería ver. Dio voz a lo silenciado. De todo esto, apenas queda en una película original, sin duda alguna, pero que acaba convirtiendo a Arbus en algo casi trivial, insignificante. No era sencillo, qué duda cabe, pero Shainberg tenía en sus manos el hacer algo más apasionado, más cercano, en vez de quedarse en los márgenes de todo. Optar por lo fantástico para adentrarse en la pesadilla de la Norteamérica de los cincuenta no era mala idea, pero acaba convirtiendo la vida de Arbus en algo simplemente aleatorio. Película interesante pero totalmente fallida.
A favor: La propia idea de intentar retratar a Arbus, Nicole Kidman y la fotografía de Bill Pope.
En contra: El exceso de abstracción de una película que debía ser mucho más plástica y directa.