Drama a la francesa
por Israel ParedesAntes de Mademoiselle Chambon, Stéphae Brizé dirigió No estoy hecho para ser amado, típica película francesa de corte intimista a caballo ente el cine de autor y el cine comercial, un género muy extendido en el país galo. Películas en las que el guion y los actores se encuentran muy por encima del trabajo del director, quien desde la más absoluta distancia y mediante un estilo tan convencional y aséptico como completamente funcional, deja que los actores, excepcionales los dos protagonistas (Patrick Chesnais y Anne Consigny) así como todos los secundarios que los arrompan, sean quienes den sentido, ritmo y dinámica a una película de solido guion: bien estructura, bien dialogado. Diríamos que todo bien, salvo que la extremada corrección de No estoy hecho para ser amado acaba siendo su punto más débil: la historia demandaba un mayor riesgo narrativo, un mayor pulso rítmico, y, en general, una mayor pasión por la historia y los personajes. Una propuesta que funciona aunque es demasiado gélida como para empatizar completamente con ella.
A favor: Los actores.
En contra: La frialdad de la propuesta.