La ciencia-ficción, al ser un género promiscuo y muy activo, engendra cantidad de títulos que por desgracia y por reiteración, en muchos casos se vuelven anamórficos y esperpentos de sí mismos. Repetición de clichés y abultado uso de la tensión fácil y el efecto especial como salida honrosa a cualquier contratiempo narrativo. Y no quiere decir esto, que las películas ci-fi no deban tener naves espaciales, explosiones y mutaciones extrañas, sino que con menos, también se puede generar una fantasía futurista y postapocalíptica, con el mismo interés y rigor, pero con mucho más atractivo visual y cinematográfico. ¿Un ejemplo? ‘Hijos de los hombres’. La premisa de la que parte el film, no deja de ser en sí misma un detalle de originalidad que abre un amplio abanico de posibilidades para la trama. En 2027 (muy pronto), el mundo vive un exterminio anunciado puesto que hace 19 años que no nace ningún niño. La esperanza de vida en el planeta tiene fecha de caducidad y la anarquía y el separatismo asolan gobiernos y países. Los hombres viven en una especie de apoplejía emocional por la que se silencian y desoyen todos los gritos de socorro que pide la sociedad a su alrededor. Esto en los países que aún conservan un mínimo de estructura social, como Inglaterra, pues en el resto, la desesperación y la pobreza hacen inviable la subsistencia. La isla de los fish&chips se convierte por arte de magia desgracia en el objetivo final de una inmigración masiva que adolece todas las precariedades económicas y vitales, habidas y por haber. Gran Bretaña no quiere que el resto del mundo devaste su “tranquila” nación y el resultado es una vorágine de represiones totalitarias, estado de sitio y congelación de tránsito por sus fronteras, convirtiendo el extrarradio de las ciudades en inmensos guantánamos cargados de recién llegados que pronto serán deportados. Nadie puede entrar, nadie quiere salir, no hay esperanza, no hay futuro... //// Podéis leer el resto de nuestra reseña en el blog...