La despedida
por Miguel BlancoLa última película de Robert Altman tiene algo de film testamentario. La rodó con salud frágil y contó con la ayuda de Paul Thomas Anderson, uno de sus mayores admiradores. Es una película sobre artistas, sobre el acto de crear, algo que Altman siempre ha tenido muy presente. Y también sobre la comunidad, sobre un grupo de gente que funciona como un colectivo, con sus adhesiones y enfrentamientos, pero sobre los que el director ofrece finalmente una mirada idílica. Un acercamiento nada dogmático y donde cada historia tiene su importancia y su razón de ser.
Altman filma de manera tranquila, narrando una historia que parece no avanzar a ninguna parte, pero que alcanza su sentido de manera indirecta y poco convencional. Altman siempre hizo las cosas a su manera: tratando de innovar en el relato, en la forma de construir las películas, pero siempre sin aspavientos, como si la revolución fuese algo que se desarrolla de manera natural. En esta bella y humilde despedida le acompañaron, como casi siempre, un gran plantel de actores, que entran y salen de la escena casi como si fuera una obra de teatro, aunque realmente es un plató televisivo. Kevin Kline, Meryl Streep, Woody Harrelson, Tommy Lee Jones, Lily Tomlin, Virginia Madsen o John C. Reilly interpretan esta última velada de Altman, que reduce aquí su mundo a la pantalla de un televisor. Un programa de variedades que, al igual que él, se debe preparar para su despedida.
A favor: Emocionante y sentida despedida de un grande del cine americano.
En contra: Su producción humilde y su estilo coral puede apartar a muchos espectadores