Christina Ricci encadenada
por Eulàlia IglesiasSi 'Black Snake Moan' fuera japonesa funcionaría como una pinku eiga que, en lugar de avergonzarse de su premisa sadomasoquista, la exploraría en profundidad. En este film de Craig Brewer sin embargo, lo que en principio parece un viaje al lado más oscuro del sur de Estados Unidos, una especie de Blue Velvet versión Tennessee, acaba convirtiéndose en un drama redentor más bien confuso y ambiguo en su utilización de elementos propios del más puro exploit.
Porque en el cogollo de la película te encuentras a un antiguo músico de blues (Samuel L. Jackson) que encadena en su casa a una muchacha ninfómana (sic) para curarla de su mal (!). Y en ello no hay ninguna intención sexual. ¡Ninguna! Parece que ésta es la manera que tiene Brewer para visualizar una serie de motivos de culpa, dolor, amor, pérdida y redención propios del blues. Pero en su tratamiento bizarro de la cuestión sexual la película resulta de lo más tramposa: mientras se le atribuye a la protagonista femenina una actitud propia de enferma o de animal por su sexualidad, que alguien la mantenga encadenada durante unos días se contempla como algo de lo más equilibrado y comprensible, lo mejor para la chica. ¿Quién es aquí el perverso?
A favor: La banda sonora y Samuel L. Jackson.
En contra: La hipocresía que plana sobre el film.