"Diamante de Sangre" es un espectacular y sobrecogedor drama ambientado en Sierra Leona, en un convulso clima de guerra civil. La historia se cimenta en el excelente guión de Charles Leavitt, que combina hábilmente el género de aventuras con el de denuncia social, consiguiendo que un metraje que excede las dos horas no se haga pesado en ningún momento al espectador. Y es que el relato tiene mucho ritmo, contando de forma desgarradora la crueldad de una sociedad donde abundan actos de genocidio y donde muchos niños, en su más tierna infancia, se ven obligados a asesinar con sus AK-47, lo que supone una generación entera que nunca ha sabido lo que significa la inocencia. Zwick también arremete contra el resto del mundo, dejando patente la gran tragedia africana: un continente muy rico en recursos pero muy pobre económicamente ya que es explotado continuamente por grandes corporaciones europeas y norteamericanas, a quienes sólo les interesa aumentar sus beneficios.
Con todo esto, el tema central casi queda en un segundo plano: el tráfico de diamantes, sin embargo es lo que consigue unir la vida de tres personajes muy diferentes: un ex-militar de Zimbabwe, una periodista y un pescador, representados por un trío de artistas que no necesita presentación. Afortunadamente el guión huye de los romanticismos facilones de otros filmes, mostrando un encuentro de lo más humano entre ambos personajes. La cinta ofrece una impresionante puesta en escena, derrochando realismo en todo momento, grandes dosis de adrenalina en sus secuencias de acción, perfectamente coreografiadas y con gran calidad en sus efectos y una fotografía y localizaciones increíbles, propias de una superproducción asentada en África.
Un film que no da respiro. Es violento, pero con un nivel de violencia para nada gratuito, siempre respondiendo en la medida justa a lo que requiere el argumento. Está filmada como los dioses, hubo escenas que me dejaron azorado por su realismo. La aparición de revolucionarios rebeldes que, arrogándose la representación y destino de una tierra, arrasan poblados, extirpan brazos, separan familias y lavan cerebros inculcando el odio y el asesinato. Son actitudes y hechos muy dramáticos que contrastan con un diálogo paterno sobre utopía y paraíso previo. Posee una intensidad sanguinaria, estética de extrema violencia con la desesperación y angustia en primer plano a través de imágenes que buscan un realismo trágico que nos con mueva.
Las actuaciones son brillantes, Leonardo DiCaprio realiza una interpretación impecable, rica en detalles y con una evolución que sólo un gran actor puede hacer creíble. Djimon Hounsou, que realiza su mejor interpretación a mí parecer, con un personaje que debe sufrir durante casi todo el metraje, está fantástico y protagoniza algunas escenas de una fuerza visual extraordinaria, mereciendo totalmente su nominación al Oscar. Jennifer Connelly, está muy bien, cumple con creces con su papel de periodista comprometida con lo que ocurre en África y que hará lo que sea necesario por lograr que la gravísima situación del continente sea conocida en el mundo occidental.
En definitiva, una historia que sirve para crear conciencia sobre una horrible realidad vergonzosamente oculta durante tanto tiempo para proteger los intereses de empresas transaccionales. Y aún si tiende a diluir esa intención con una mezcla de drama, romance y acción. El mensaje sigue siendo válido e importante, tiene además cualidades didácticas, sólido elenco y dirección que las respaldan. Posee un guión fantástico, con matices, elementos raciales, cuestiones de intereses, intriga política y protesta. Y como viene siendo habitual en las películas de Edward Zwick, moralina final: "Todos somos iguales y tenemos que aprender los unos de los otros."