Metáforas políticas
por Israel ParedesEl experimento y El hundimiento, rodadas en Alemania, situaron a su director Oliver Hirschbiegel en la vanguardia del cine europeo. Todo parecía apuntar a que sería una de las miradas más inquietantes e interesantes del cien actual. Su salto a Hollywood con invasión, un nuevo remake de La invasión de los ladrones de cuerpos hacía presagiar lo mejor y lo peor. Y, en su resultado, en efecto, encontramos lo peor y lo mejor.
La necesidad de un nuevo remake es siempre discutible. Dada la coyuntura política post-11S podría ser interesante, qué duda cabe, el tomar el material de la novela de Jack Finney, escrita en 1955, y que en toda sus versiones ha tenido siempre un acercamiento o trasfondo altamente politizado. Por lo que era normal que la nueva versión también mostrara de una manera u otra ese potencial. Y en Invasión, evidentemente, está presente. Pero lo está tan sumamente subrayado, tan extremadamente obvio, y con un maniqueísmo tan burdo que impide la posibilidad de la ambigüedad de las versiones anteriores. En todo momento se sabe quién es quién, cuáles son sus motivaciones e intenciones. En otras palabras, el mensaje político o el deseo de transmitir uno (torpe más que detestable, aunque en cierta manera también) se superpone a la narración y, por tanto, acaba ocasionando que la película sea presuntuosa, aburrida y un total fracaso en todos los aspectos.
A favor: A pesar de todo, el trabajo de Hirschbiegel.
En contra: Lo obvio e infantil del planteamiento.