Crítica de SensaCine.com para La fuerza de uno: Buenismo interracial

Partiendo de la novela de Bryce Courtenay, John G. Avildsen (conocido por ser el realizador de Rocky y The Karate Kid, y algunas de las secuelas de ambas) lleva a la gran pantalla una historia ambientada en Sudáfrica, en los años en los que el mundo asistía a la Segunda Guerra Mundial. El film se articulará sobre cuestiones como el apartheid, el racismo y el tópico del hombre hecho a sí mismo, suficientes para ir generando una serie de conflictos en la existencia del joven protagonista P.K. -británico, blanco y huérfano-, criado entre zulúes, a quien interpreta ya cruzados los 18 años Stephen Dorff.

La cinta se centra en la escalada de superación de P.K., quien ha sido instruido en la disciplina pugilística y que tendrá además la ambición de cambiar el estado de las cosas. El guión de Robert Mark Kamen se asienta en unos cuantos tópicos bastante trillados en este subgénero de filmes dramáticos interraciales y la simplificación del conjunto es una rémora difícil de no considerar, pese a que logre momentos emocionantes.

A favor: La herencia dickensiana en el relato y la relación del protagonista con el personaje del gran Morgan Freeman.

En contra: Un guión construido sobre muchos tópicos. La cansina y enfática partitura de Hans Zimmer.