"El Hombre Lobo" es un clásico cinematográfico de su época y del género perteneciente al Ciclo de Monstruos de la Universal, a cargo de George Waggner y protagonizado por Lon Chaney Jr. A principios de los 40s, Universal Pictures reincidiría en la temática del Hombre Lobo tras el film "Werewolf of London" (1935) de Stuart Walker, con el estreno de "The Wolfman" (1941) de George Waggner, que se convertiría en una de las más sólidas entregas del universo de monstruos clásicos en los 40s, después de una década brillante que había visto desfilar verdaderos clásicos como "Dracula" (1931) de Tod Browning, “Frankenstein” (1931) de James Whale, “The Mummy” (1932) de Karl Freund, "The Invisible Man" (1933) de James Whale, "Bride Of Frankenstein" (1935) y "Son Of Frankenstein" (1939) de Rowland V. Lee, entre otros. Aparte de la intención original de la cinta de ofrecer a Boris Karloff una nueva oportunidad para lucirse a nivel interpretativo, que sin embargo no se dio por cuestiones de agenda, lo que buscaba realmente el director y productor George Waggner tenía que ver con reinventar el mito de la licantropía por medio de una combinación de diversos elementos folclóricos tomados de diversos medios (literatura, televisión, cine, cómics, etc.) que, sin embargo, no abandona su naturaleza trágica como narración a partir de la tragedia griega y el drama shakesperiano, en donde el guionista judío-alemán Curt Siodmak le agregará otros elementos como el gótico y el romántico, a propósito del Ciclo de Monstruos de la Universal. Así, como película de terror genuina, a pesar de ser una reinvención, el filme tomaría mayor relevancia y éxito en una década más bien donde proliferaban las secuelas, siguiendo la base argumentativa del noble que se convierte en monstruo o está involucrado en la concepción de alguna abominación, en un ambiente muy logrado que se mueve entre la ensoñación, uno que otro elemento del Expresionismo Alemán y una fuerte presencia de símbolos, que al igual que el caso puntual de "Dracula" (1931) y "The Mummy" (1932), por ejemplo, se replicaría en marcas diabólicas, lunas llenas, uso de la plata para acabar con la bestia, entre otras referencias que terminarían siendo icónicas.
De esta forma, a diferencia de "Werewolf Of London" (1935) que se mostraba como una metáfora animal más cercana a la temática del hombre y el monstruo en "Dr. Jeckyll & Mr. Hyde" (1931) de Rouben Mamoulian, enfatiza el carácter melancólico y trágico de un protagonista maldecido por una desgracia, en lugar de que esa maldición se traduzca como consecuencia de algún acto voluntariamente corrupto y, por ende, un castigo. Así, el personaje de Larry Talbot regresa a casa tras la muerte de su hermano, para acompañar al padre, pero se enamorará de una mujer a primera vista y será la anécdota más absurda la que lo lleve a exponerse al peligro y ser maldecido. No podrá ser, entonces, más elocuente el símbolo de la estrella maldita, para un judío-alemán que, ante el advenimiento de Adolf Hitler en 1933, tendrá que huir por las implicancias de ideología étnica del Nazismo, ideología que (como sabemos) establecerá marcas para perseguir a las minorías étnicas que detesta. También lo será el hecho de que Siodmak traduzca el odio racial de los nazis como una enfermedad que los convertía de hombres a animales sedientos de sangre, enajenados y enceguecidos por un instinto primigenio por matar que estaba dormido y que solía presentarse abruptamente como un rasgo más asociado a la animalidad que otra cosa. Por ello, no es de extrañar que el guión de Siodmak era más bien sugerente y no explícito, insinuando más una enfermedad mental, sin embargo para los ejecutivos de la Universal esa ambigüedad no aseguraría el éxito de la cinta como sí mostraran un monstruo en pantalla. No obstante, hay que reconocer el menor impacto que el film tendrá si se le compara con "Dracula" (1931) y "Frankenstein" (1931), que tan sólo habían sido estrenadas 10 años antes. Si bien se le considera de las más correctas de los 40s, por sobre una docena de producciones de cada vez más bajo presupuesto y tramas repetidas, quizás el problema esté precisamente en lo que hablaba en el párrafo anterior, con el carácter trágico y prácticamente despojado de maldad de Larry Talbot. En honor a la verdad, el personaje de Talbot es poco interesante y tiene pocas lecturas interesantes, aunque no sea mal interpretado por Lon Chaney Jr., pero ciertamente no se trata del conde Dracula o el Dr. Frankenstein, que son claramente más carismáticos.
El principal antecedente que existía del maquillaje para el licántropo venía precisamente por "Werewolf Of London" (1935), en donde el legendario Jack Pierce había trabajado un hombre lobo más hombre que lobo, con bastante menos presencia de pelo y una dentadura pronunciada. Sin embargo en la cinta, Pierce probará con un maquillaje más animalesco, en el rostro con mucho más pelo y unas patas lobunas mucho más pronunciadas, que fueron confeccionadas a partir de goma dura y pelaje de yak, y que Lon Chaney Jr. odiaba. La sesión de maquillaje duraba casi 6 horas, por lo que no es extrañar que Waggner no se haya aventurado a filmar la transformación de Talbot en lobo debido a su complejidad, y haya optado por algo más sencillo, como fue la conversión de las piernas y pie del trágico personaje, aunque parezca demasiado forzado el preámbulo en que se quita las botas y los calcetines para, casi, ver cómo se convierte en lobo. Hay que reconocer que las escenas en las que el Hombre Lobo camina por entre el bosque de ominosa niebla, están muy logradas para su época y resultan absolutamente antológicas. Joseph Valantine logra transformar el habitual plató "para pueblos europeos" de la Universal (donde se recrea la Transilvania rumana de "Dracula", 1931 y la Darmstadt alemana de "Frankenstein", 1931) en un sombrío bosque británico cercano al pueblo y flanqueado por tiendas improvisadas en donde los zíngaros adivinan la suerte y los locales levantan ferias de entretención. La música estuvo a cargo del trío conformado por Frank Skinner, Hans Salter y Charles Previn, que regalan una de esas clásicas y sólidas orquestaciones dramáticas de los 40s, que combina efectivamente una remembranza a la tragedia y la exposición al peligro de una amenaza y una maldición.
Las actuaciones son correctas, además de presentar a Lon Chaney Jr. como Larry Talbot, el letal Hombre Lobo, contó con las actuaciones discretas de Claude Rains como Sir John Talbot, padre de Larry, que tendrá un papel decisivo para acabar con la amenaza. Warren William que encarnó a el Dr. Lloyd, médico de cabecera de los Talbot. Ralph Bellamy interpreta al Coronel Paul Montford. Patric Knowles da vida a Frank Andrews. Y un breve papel del gran Bela Lugosi como el zíngaro Bela. El reparto femenino fue encabezado por Evelyn Ankers, quien encarna a Gwen Conliffe, el interés amoroso de Larry Talbot y motivo de su perdición. Pero resulta mucho más interesante la actuación de la experimentada actriz rusa Maria Ouspenskaya, que personifica a la zíngara Maleva, esposa de Bela, que surge como mensajera apócrifa de la tragedia del hombre lobo.
En definitiva, clásico cinematográfico del género perteneciente al Ciclo de Monstruos de la Universal, que a pesar de no ser una obra maestra de la Universal, se alza como un film indiscutido del cine de terror clásico y punto referencial de una de las bestias más populares y conocidas, el Hombre Lobo. Con una atmósfera ominosa, buenos valores de producción, excelente fotografía en blanco y negro, maquillaje de primera y buenos efectos creativos. Todo está perfectamente cuidado hasta el más mínimo detalle, sin embargo, a pesar del trabajo de maquillaje mencionado y de varios buenos trucos visuales, el éxito de la película es considerable, aunque sin alcanzar el de sus predecesores. En cambio, permite a la Universal arañar unos años más las taquillas, por medio de las garras del licántropo, en varias secuelas. No obstante, sería ya con presupuestos menores, quedando ésta como la última superproducción de terror de la productora. Aunque aprueba como entretenimiento, no alcanza la imaginería y creatividad que sí gozaron otros clásicos de la Universal.
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