Crítica de SensaCine.com para La Bella Mentirosa: El pintor y la modelo

Si podemos decir que para Godard el cine (el cuerpo) es la mezcla de sus fragmentos, para su compañero de generación Jacques Rivette el cuerpo (el cine) es en tanto que su totalidad. El formato cuadrado de las imágenes de 'La bella mentirosa', donde el plano respira con la misma tranquilidad que la narración y los personajes, queda en nada comparado con la radical reestructuración y despojamiento a la que el pintor Édouard Frenhofer (Michel Piccoli, implecable) somete a su modelo Marianne (Emmanuelle Béart, dándolo todo a unos niveles de exposición admirables).

La historia del pintor Frenhofer, obsesionado con la plasmación del cuerpo total y sin personalidad contaminante de Marianne, sometiéndola a todo tipo de torsiones y posturas hasta convertirla en auténtica modelo bressoniana, puede ser una de las veces que Rivette haya estado más cerca de retratarse, al menos en parte. Sin olvidar el puro goce narrativo, pausado y liviano, como los pies descalzos de Jane Birkin sobre el suelo, que siempre invita a mudarse de inmediato a cualquiera de las películas de este gran cineasta.

A favor: Cómo se ven (¡y escuchan!) las secuencias crudas y desnudas de puro trabajo pictórico.

En contra: Que muchos espectadores puedan quedarse en la versión reducida de dos horas que se hizo para televisión.