Impulsado por un espíritu bastante idealista, Alfredo (Óscar Jaenada) es un joven aspirante a actor. Éste llega a Madrid decidido a crear “una actuación más libre, hecha directamente desde el corazón, capaz de hacer que la gente se sienta viva”. Para llevar a cabo el plan que tiene en mente, Alfredo se inscribe en una academia de teatro con una clara intención en la cabeza: cambiar el mundo. Su concepto de lo que debe de ser el teatro empieza más allá del escenario, se traslada a pie de calle, cara a cara con el público en una plaza cualquiera, en un parque o en la avenida más comercial de la ciudad. Alfredo forma junto a sus compañeros un grupo llamado “Noviembre”, un conjunto de actores independientes que se consideran a sí mismos la continuación de la Revolución de Octubre, segunda fase de la Revolución Rusa en 1917. Así es como comienzan la función: con actuaciones provocativas, críticas, de denuncia social… No hay límites ni censuras, sólo hay ideas y todas valen si son capaces de conseguir que el espectador deje de ser espectador y pase a formar parte de la representación; se sorprenda, se asuste, ría o llore. En este entorno Alfredo conoce a Lucía (Ingrid Rubio), una joven que demuestra mucho interés por él desde el principio.
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