El rostro de la banalización del mal
por Diana AlbizuPausada, paisajística, fascinante e intransferible. La cuarta y última colaboración entre el cineasta alemán Volker Schlöndorff y el guionista francés Jean-Claude Carrière es también una de las películas más interesantes sobre Europa durante la Segunda Guerra Mundial. John Malkovich realiza una de las grandes interpretaciones de su carrera como Abel Tiffauges, el campesino francés algo simplón sobre quien escribió Michel Tournier en la novela 'El Rey de los Alisos', aquí adaptada con cierta libertad.
Como si fuera más espectador que actor de su propia vida, Abel crece para irse adaptando a las distintas situaciones con las que le obsequia la providencia. Su naturaleza concreta le hace especialmente afable a niños y animales, aunque él no sepa que terminará procurando a ambos su perdición tras ser capturado y hecho prisionero de guerra por los nazis. Primero servirá de ayudante de caza a Hermann Göring y después como ladrón de infantes para las filas militares nacionalsocialistas. Todo un ogro que, sin embargo, en su simpleza no puede evitar ser humano y materializar con inaprensible convicción lo que años más tarde Hannah Arendt llamaría la banalización del mal.
A favor: Algunos momentos parecen dignos de las colaboraciones de Carrière con Luis Buñuel, como el episodio del león.
En contra: Lo olvidado que está actualmente Schlöndorff en general y esta película en particular.