"La Semilla del Diablo" una de las indiscutibles obras maestras que jalonan la excitante filmografía de Polanski. Ni monstruos, ni Drácula, ni Frankenstein, ni Psicópatas con sierras ni cuchillo en mano. Los verdaderos monstruos están a nuestro alrededor, y ni nos damos cuenta. Eso es lo que viene a decir la película. Y además, se dan muchos casos reales como el del film. Grupos de chiflados que se juntan para jugar a sectas satánicas y que acaban con el coco comido. Este film muestra al Sr. Polanski en estado puro, y esta circunstancia no es baladí, sobre todo a tenor de cómo le ha ido su vida a partir de esta brillante realización, lo que claramente ha debido influir en sus sucesivos trabajos.
La cinta logra meterte de cabeza en la trama, te hace involucrarte de manera espectacular, no sabes si tú también te estás volviendo loco y estás sacando conclusiones precipitadas, o de verdad está sucediendo todo lo que parece. Otro gran acierto es la ambientación, casi siempre dentro del apartamento sin mostrarnos a penas otras localizaciones, es un punto a su favor por que inconscientemente refuerza la idea de la opresión, de la falta de libertad a la que está siendo sometida Rosemary. Y bueno que decir de la banda sonora. La nana del principio es de esas melodías que te pone los pelos de punta, algo sorprendente dado la sencillez de su composición, una melodía tatareada por una mujer.
No hay nada que de más miedo que el terror a lo desconocido. Eso es precisamente lo que Polanski intenta llevar a cabo, crear la incertidumbre en el espectador. Los incrédulos pueden aspirar a un final feliz, como si todo fuese producto de una broma macabra. Hasta que llega el más cruel desenlace, en el que las peores expectativas acaban por convertirse en reales. En esta película se habla de las prácticas psuedorreligiosas, sectas y otros aquelarres que acontecen en la sociedad americana. Ya que los hechos expuestos en esta cinta son nimiedades comparados con lo que acontecería después en su vivienda de Nueva York, en la que Sharon Tate y otros amigos serían asesinados brutalmente de acuerdo con un rito satánico encabezado por un sádico líder, conocido como Manson. La madre del diablo está desolada y aterrorizada por una situación contra la que no puede hacer nada. La aceptación es entonces su única salvación, y acaba por encomendarse a un porvenir de ensueño sobrecogedor y maldito. La seducción del mal juega con unos personajes aparentemente inocentes e inofensivos, creando así la perfecta tapadera para ocultar el mayor horror que sacudirá el mundo, cuando la semilla del diablo haya germinado.
Las actuaciones son fabulosas, pero el que se lleva la palma es el papel de Mia Farrow, que se roba la interpretación de lleno, regalándonos una brillante actuación. Es increíble que en su trayectoria solo tenga un Globo de Oro. Ya que es merecedora de muchos más premios. El resto del reparto se completa con John Cassavettes, un hombre que tiene muchos secretos y que lo que más me gusta es que su lado oscuro va in crescendo en la historia. El matrimonio compuesto por Ruth Gordon y Sydney Blackmer interpretan a unos misteriosos, sádicos en cierta manera y oscuros personajes. La actriz ganó el Oscar a la mejor secundaria y en mi opinión lo mejor de su interpretación es al principio de la historia cuando tiene un cierto punto gracioso y paródico. Sydney Blackmer está genial también sobretodo por su misterio, y tal y como dicen de él en la película tiene "las orejas agujereadas y ojos que agujerean".
En definitiva, uno de los grandes filmes de Roman Polanski. Fue su primera gran película a nivel comercial, que en esta ocasión también firmó el guión y que le valió una nominación al Oscar. Lo mejor para mí es el suspense que se crea en el transcurso de la historia. Sabes que algo pasa, que algo están sospechando y conspirando todos los que están alrededor de Rosemary, que puede que esté relacionado con la brujería, pero nadie dice nada. Nos presenta un trabajo casi inocente, con grandísimas muestras de cine en estado puro, planos psicodélicos y chutes de humor negro que sumen al espectador en un estado de atención que casi le hacen formar parte de la trama. Ningún personaje sobra en la cinta, y ninguno falta tampoco. Ningún brindis al sol, ninguna escena de relleno. Simplemente una genialidad.