"Reservoir Dogs" es una película de culto, uno de los mayores films de la década de los 90s. Tarantino juega con los tiempos, nos cuenta lo que quiere en el momento que él cree conveniente. Una de las claves de la trascendencia e inteligencia del guión es combinar equilibradamente simpleza y complejidad, violencia y elegancia, inteligencia y demencia. La trama es simple de contar, sin exigir mucho al espectador y ciertamente interesante: un grupo de seis delincuentes de la peor calaña son contradados por un mafioso, Joe Cabot, para robar unos diamantes, pero algo sale mal y algunos de ellos terminan muertos y otros escondidos en una bodega vacía, en donde la incertidumbre de saber que uno de ellos es el soplón que alertó a la policía, se transforma en una sensación aún peor a las heridas. Una historia sencilla en la que Tarantino demuestra tener la suficiente imaginación y talento narrativo como para luchar contra la falta de presupuesto que, en cualquier caso, a pesar de haber aumentado en casi un 1000% desde el principio, sigue siendo muy bajo para una producción como ésta.
Los diálogos están sumamente bien trabajados para tratarse de un debutante, completamente humanizados y aparentemente descontextualizados para darle una cotidianidad y realismo a las escenas que pocos thrillers o films neonoir mostraban a inicios de los 90s. La escena inicial donde los ladrones se preparan para ir al atraco, degustando un buen café en un restaurante y debaten sobre el significado de la letra de Madonna es, en esencial, una declaración de principios del estilo Tarantino, en donde la violencia parece tan normal y cotidiana como una conversación banal y sin sentido aparente. Otro mérito del film es la habilidad de su director de manejar eficientemente los tiempos y los recursos de la narración. Los flashbacks, por ejemplo, nunca se convierten en la excusa perfecta para contar una historia con poco presupuesto, sino que sin dejar de servir para este propósito, le otorgan una dinámica al ritmo y generan mayor interés en el espectador que quiere saber cómo llegaron los protagonistas a pasar de la euforia del atraco a enfrentarse entre ellos.
Otros de los pilares del filme, y que a la postre también se definiría como uno de los aspectos más emblemáticos sería su banda sonora. El director seleccionó una serie de canciones publicadas entre los 60s y 80s, melodías que marcan un contrapunto a la violencia en la pantalla y la acción, y donde el espectador se sienta inmerso en la década de los 50s con música de los 70s. La forma cómo se tejió la historia siempre ha sido considerada un hito en la manera de entender y proliferar el cine independiente y por eso es una referencia que todos los amantes del cine tendrían que seguir. Las secuencias de acción logran captar la atención de los espectadores aún sin tener violencia de por medio y eso sólo lo puede conseguir un buen guión donde los diálogos son igual o más importantes que la puesta en escena, otro acierto de su director.
Las actuaciones son impecables, cuenta con un elenco de primer nivel, Harvey Keitel está como de costumbre inmenso. Steve Buscemi hace una interpretación notable. Tim Roth demuestra el porqué es uno de los actores con el que Tarantino más le gusta trabajar. La figura de Lawrence Tierney, es todo un acierto, usando los habituales diálogos ácidos e ingeniosos que tanto gustan al director, en situaciones disparatadas y de poco importancia, que serán del agrado de todos sus seguidores por ser sarcásticos y mordaces como pocos. Y sobretodo Michael Madsen, el señor rubio, mi villano favorito del film. Que protagoniza una de las escenas más recordadas y emblemáticas que el séptimo arte ha podido parir. Todos supieron interpretar lo que el director quería en el filme haciendo sólidas todas las escenas y donde el nivel de actuación catapultó a esta cinta al estrellato casi de forma inmediata. Por ello son muchas las películas de Tarantino donde podemos ver a estos grandes de la actuación y que han sabido explotar las ideas a veces perversas de un director que con esta cinta, marcó un antes y un después en el cine independiente americano.
En definitiva, un film que marcó un antes y un después en el cine independiente americano, demostrando que se podían rodar películas impactantes fuera de los grandes estudios si se tenía el talento y habilidad necesarios para contar historias reales de violencia. Los personajes son fiel reflejo de una sociedad solo existente en la trama, una banda sonora interesante, actuaciones de primer nivel, secuencias todas con un sentido lógico, ambiente idóneo para representar una historia como la contada. Es la versión gamberra del "Atraco perfecto" realizada con poco presupuesto y gran inteligencia. Una cinta atrevida que trajo a Hollywood una insolencia necesaria para empezar a romper con el cine de los 80s, más emocionante que impactante.