Ben Cross (D.L. Hughley) está desesperado por encontrar un trabajo que se adecue a sus intereses y habilidades. Ha estudiado magisterio, y por lo tanto nada le gustaría más que ser maestro de escuela, sin embargo, en la situación de desesperanza en la que se encuentra, acepta, compungido, el primer empleo que le ofrecen. El trabajo consiste en dar clases a reclusos, hecho que no alimenta, a priori, sus ganas de enseñar. Ben se da de bruces con lo inesperado, con un lugar muy poco hospitalario y en el que teme no encontrarse a sí mismo como buen profesor. Sin embargo, más adelante, Ben conseguirá hacer frente a esas fuerzas que lo han estado oprimiendo, logrando así la autorrealización que tanto anhelaba hacer suya.
Los poemas que aparecen en la película han sido escritos por Jerry Quickley.
